jueves, 15 de septiembre de 2011

30 de septiembre de 1989 repatriación de los restos de don Juan Manuel

Juan Manuel de Rosas nació en Buenos Aires el 30 de marzo de 1793; “será católico y militar” dijo su padre don León Ortiz de Rosas. Fallecería casi 84 años después en su casa quinta en Swanthling, distante de 3 millas de Southampton, víctima de una inflamación en los pulmones agravada por la exposición a la inclemencia del tiempo, un 14 de marzo de 1877.
A pesar de contar con sólo 13 años, sirvió como ayudante de municiones en las fuerzas de Liniers en la primera invasión inglesa en 1806; lo que mereció una felicitación por escrito del jefe de la Reconquista, en la que resaltaba “su bravura, digna de la causa que defendía”.
Don Juan Manuel fue un hombre llamado por el destino para ocupar un sitial de gloria en la historia de la Patria. Por su patriotismo y coraje fue llamado a gobernar en dos oportunidades, después de rechazar, en ambas ocasiones, dichos ofrecimientos. No ambicionaba el poder.
Cuando asume en la primera gobernación el 6 de diciembre de 1829, su carruaje es llevado a pulso por el Pueblo hasta el Fuerte, hoy Casa Rosada. Su bello discurso de asunción lo finaliza expresando: “Reposad, milicianos, bajo el árbol de la paz; en vuestras virtudes curad las heridas de la Patria, y apoyad su marcha con el respeto a las autoridades”.
Don Juan Manuel fue un auténtico líder, sus seguidores se contaban en todos los estratos de la sociedad, cuyas diferencias se diluían al seguir a su conductor. Dirá el Cacique Catriel: “Nuestro hermano Juan Manuel, indio rubio y gigante y que jineteaba y boleaba como los indios y se loncoteaba con los indios y que nos regaló vacas, yeguas, caña y prendas de plata, mientras él fue Cacique General nunca los indios malones invadimos por la amistad que teníamos por Juan Manuel; Y cuando los cristianos lo echaron y lo desterraron invadimos todos juntos”. Rosas fue el único que benefició a los negros, incluso concurría a las festividades de las respectivas naciones africanas y hasta hubo negros que tenían el grado de Teniente Coronel, mientras en otras partes del mundo eran humillados y explotados. 
Así, hombres y mujeres eran cobijados por el manto sagrado de la Patria y alumbrados sus senderos existenciales por el sol de la justicia.
Juan Manuel de Rosas defendió heroicamente la soberanía de la Patria en el bloqueo francés de 1838 y en la invasión Anglo-francesa de 1845, repelida en el combate Vuelta de Obligado, Tonelero, Quebracho y San Lorenzo por resistirnos a que nuestros ríos interiores sean extranjeros.
Caben destacar los elogios del Gral. San Martín al Restaurador efectuados en su última carta fechada, el 6 de mayo de 1850, expresa: “como argentino me llena de un verdadero orgullo el ver la prosperidad, la paz interior, el orden y el honor restablecidos en nuestra querida Patria” y agrega que “al terminar su vida pública, sea colmado del justo reconocimiento de todo argentino”; en su testamento legaría su sable a don Juan Manuel
Fuente: http://criticarevisionista.blogspot.com

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