He creído oportuno publicar una brevísima biografía de una de las grandes protagonistas del siglo XVIII: la Emperatriz María Teresa, archiduquesa y soberana de Austria, Hungría, Bohemia y Croacia, duquesa de Mantua, Milán, Galitzia y Lodomeria, Parma y los Países Bajos Austriacos desde 1740 hasta su muerte, y por su matrimonio con Francisco I, fue también emperatriz consorte del Sacro Imperio Romano Germánico, duquesa de Lorena y gran duquesa de Toscana
María Teresa dirigió hábilmente la guerra, salvaguardando el
grueso de sus estados (salvo la anexión prusiana de Silesia) y asegurando la
Corona imperial para su esposo, Francisco I (1745-65); con ello consolidó la
unidad del Imperio Austriaco y conservó para éste el rango de gran potencia.
Guerra de los Siete Años
Federico, rey de Prusia y genio militar de la época, fue sorprendido en Lobositz, siendo derrotado por los austríacos bajo el mando de Maximilian Ulysses Reichsgraf von Browne pero el Mariscal von Browne fue sustituido tras la batalla de Lobositz por Carlos Alejandro de Lorena, cuñado de María Teresa.
Batalla de Kolin |
Los austriacos bajo el mando de Leopold Joseph Graf von Daun lograron la decisiva victoria de Kolin en la cual derrotaron nuevamente a Federico de Prusia, quien debió abandonar el campo antes de la finalización de la batalla perdiendo gran parte de su ejército. No obstante el mando del ejército continuó en manos de Carlos de Lorena.
Por su parte, Francia, que se había asegurado en 1757 la neutralidad de Gran Bretaña y Hannover durante el resto del conflicto, fue derrotada en enero el año siguiente. En junio de 1758, los franceses sufrieron una derrota aplastante en la batalla de Krefeld y se retiraron del Rin.
Por su parte, Francia, que se había asegurado en 1757 la neutralidad de Gran Bretaña y Hannover durante el resto del conflicto, fue derrotada en enero el año siguiente. En junio de 1758, los franceses sufrieron una derrota aplastante en la batalla de Krefeld y se retiraron del Rin.
En 1759, las negociaciones de paz en La Haya fueron
infructuosas. Francia
y Austria se recuperaron de sus derrotas hasta que, en 1762, la zarina Isabel I de Rusia murió. Su sucesor, el zar Pedro III, era un gran admirador del Federico,
el rey prusiano, y retiró el apoyo ruso a la coalición francesa. Prusia empezó
a expulsar a los austriacos de Sajonia y a los franceses de Hesse-Kassel.
Temiendo una invasión de Austria y Francia por parte de Federico, capitularon.
Los tratados de paz de Hubertusburgo y de París contenían pesadas exigencias en
relación a Francia que tuvo que abandonar la mayor parte de sus colonias
americanas. Austria, sin embargo, volvió al status quo prebélico
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