miércoles, 11 de julio de 2018

Combate de Yataity Corá 10-11 de julio de 1866

A fines de junio de 1866 López había remontado nuevamente su ejército a un total de 20000 hombres, pero apelando en gran parte a viejos, niños y soldados enfermos o heridos dados de alta. Pese a la gravedad de la situación, «tenía la convicción de derrotar a los aliados y se decidió a provocarlos». El Mariscal creía haber encontrado un punto débil en la derecha aliada cerca del amplio palmar llamado Yataity Corá. En vanguardia frente al palmar, el llamado Paso Leguizamón, paso de los esteros que comunicaba con el campamento aliado, era custodiado por una reducida guardia de milicias de la Guardia Nacional argentina, dos compañías del batallón Libertad de Catamarca (3ª División del I Cuerpo del Ejército Argentino) al mando del mayor Maximino Matoso,​ sin experiencia de combate y recientemente arribadas de esa provincia argentina,​ contando sólo con reducido apoyo de caballería.
Combate de las avanzadas- cartografía del libro los 508 del San Nicolás de J.Costamagna
Combate de las avanzadas 10 de julio de 1866
El 10 de julio López envió dos batallones de sus tropas de infantería, el N° 8 (capitán Casimiro Báez) y el N° 30 (mayor Cándido Mora), al mando superior del coronel Elizardo Aquino en un ataque falso de provocación​ para foguearlas y mantener en alerta al resto.​
A las tres de la tarde, Maximino Matoso observó el avance enemigo en dos columnas y dio parte del inminente ataque al jefe de la 1° División del I Cuerpo, coronel Ignacio Rivas.​
El ataque se inició inmediatamente, pero Rivas ya se había puesto al frente de las restantes dos compañías del batallón Catamarca y rápidamente se incorporó al frente, consiguiendo sostener la posición mientras ordenaba al mayor Desiderio Sosa que fuese a reforzarlo con el 1° batallón Corrientes de Guardias Nacionales (también de la 3ª División).​
Los paraguayos cerraron filas y dispararon sus cohetes a la Congreve desde corta distancia.​ Seiscientos soldados paraguayos del Batallón Nº8 al mando del comandante Báez cargaron y se trabó el combate mientras el Batallón N° 30 apareció flanqueando al Catamarca.8
Cuando el asalto parecía haber tenido éxito en aislar a las unidades argentinas se sumó al combate el Batallón Corrientes. Debido al humo provocado por los cohetes, los paraguayos no pudieron detectar la llegada desde el sur de la reserva argentina hasta que ésta abrió fuego sobre las tropas paraguayas​ obligándolas a replegarse.
El ataque paraguayo fue rechazado y el Batallón Corrientes quedó ocupando la posición al norte del Paso Leguizamón.​
Primer combate-cartografía del libro los 508 del San Nicolás de J.Costamagna
Primer combate, 11 de julio de 1866
Al día siguiente y viendo que sus tropas no habían sido perseguidas, que había sufrido pocas bajas y sin evidencia de que los argentinos hubieran reforzado la posición, López decidió lanzar un ataque a mayor escala. Lo puso al frente al general José Eduvigis Díaz, oficial de mucho y justificado predicamento en el ejército paraguayo. Díaz llevaba como segundo al coronel Elizardo Aquino y comandaba cuatro fuertes batallones de infantería: Nº8,  Nº30, Nº13 y Nº20 apoyados por el Regimiento Nº10 de Caballería ​ y dos coheteras a la Congreve, 2500 hombres en total.
En la tarde del 11 de julio, tras un bombardeo generalizado sobre las líneas aliadas con los cohetes, los paraguayos avanzaron nuevamente. Al mando del general Díaz la infantería cargó sobre Paso Leguizamón,​ mientras la caballería trataba de rodear el flanco derecho del Batallón Corrientes​ que retrocedió combatiendo bajo el fuego de fusilería y de los cohetes enemigos pero sin romper su formación.
Mientras la columna paraguaya se asentaba en la isleta de Yatayti Corá y presionaba al Batallón Corrientes, Rivas movilizó parte de la 1ª brigada de la 2ª división del I Cuerpo, compuesta del Batallón 1º de infantería de línea (Tcnl Manuel Roseti) y el Batallón de Guardia Nacional San Nicolás (Tcnl Juan Carlos Boerr), considerado por su disciplina, experiencia y valor como una unidad veterana más. ​
1º de Línea
El 1º de línea que formaba en columna a 500 metros a retaguardia del Corrientes avanzó hasta ocupar una pequeña meseta en el abierto tras el Paso Leguizamón para cubrir el repliegue y quedó adelantado recibiendo el choque principal del enemigo. Desplegado en batalla rompió el fuego sobre la infantería paraguaya, que tras hacer alto y reorganizarse, atacó apoyada por el regimiento de caballería. Ante la presencia de la caballería los argentinos formaron en cuadro y presentaron una férrea resistencia.
Los cohetes paraguayos disparados a corta distancia hicieron blanco sobre las filas de los veteranos argentinos causándole numerosas bajas, entre ellas la de su segundo sargento mayor Fernando Echegaray, quien para cubrir a sus hombres tomó un proyectil para arrojarlo lejos, momento en que estalló.  Cayó más de la tercera parte de la cuarta cara del cuadro que se encontraba al mando del capitán Adolfo Morel, quien recibió una seria contusión, y las explosiones incendiaron en varios puntos los altos pajonales que circundaban su posición. ​
El batallón permaneció firme pero los paraguayos se encontraban ya a menos de 100 pasos​ de tres de las caras del cuadro y tenía más del 20% de bajas, con un alto porcentaje entre oficiales y suboficiales. ​ Empeorando aún su situación, en medio del fragor del combate el viento del norte trajo del Chaco una tormenta de arena. ​
Si bien las baterías del Regimiento 1º de Artillería a Caballo, de Cnl. Julio de Vedia estaban listas para entrar en combate, no podía abrir fuego al tener a sus propias tropas interponiéndose al enemigo, por eso​ Rivas ordenó a Roseti que retrocediera para que pudiese operar la artillería propia y para que el San Nicolás lo protegiese. El Batallón San Nicolás se había situado algo detrás en diagonal sobre el borde del estero.
El 1º de Línea empezó a retroceder seguido de cerca de los paraguayos que ultimaban a los heridos tendidos en tierra y al ver como mataban a bayonetazos al sargento 2º José María Abrego, que había quedado en el campo con una pierna fracturada por una bala, el capitán Adolfo Morel ordenó -«¡Media vuelta, a la bayoneta, no den cuartel!», las tropas del 1º de Línea cargaron a la bayoneta calada sobre los paraguayos y los destrozaron. Finalmente​ Rivas impuso su autoridad y el repliegue continuó hasta unirse al San Nicolás y al Corrientes.
El 1º de Línea había sufrido fuertes bajas. Además de Echegaray habían muerto el teniente 1º de la 3ª Compañía Miguel Bereciarte, el subteniente Nicanor Rodríguez de la compañía de Cazadores y el subteniente José María Caraza​ de la 1ª Compañía, 3 sargentos, un cabo y 9 soldados. Estaban heridos con distinto grado de gravedad el teniente 1° de la 4ª Félix Benavídez, 2 subtenientes, 4 sargentos, 6 cabos, 26 soldados y un tambor, y contusos los capitanes Ruperto Fuentes y Adolfo Morel, un sargento, un cabo y tres soldados., otros 4 heridos, y 54 soldados muertos de un total de 246 hombres de tropa y 16 oficiales. ​ Ahora los tres batallones invirtieron la situación avanzando sobre el enemigo que a su vez era batido por los cañones del Tcnl. Federico Mitre y del Myr. Joaquín Viejobueno, a las siete de la tarde cesó el enfrentamiento con la retirada paraguaya dejando incendiado el pastizal por los cohetes a la Congreve. La posición de Yataytí Cora permanecía en manos argentinas.
Segundo combate-cartografía del libro Los 508 del San Nicolás de J.Costamagna
Segundo combate, 11 de julio de 1866
Aquino movilizó sus reservas ante lo que el comandante del I Cuerpo general Wenceslao Paunero recibió órdenes directas de lanzar un contraataque. ​ Paunero tenía poca confianza en esa orden ya que sus hombres estaban cansados y no podían ver nada a través del humo, la arena y la creciente oscuridad​ pero acató y mandó avanzar a la 2ª división al mando del coronel José Miguel Arredondo compuesta por la 3ª Brigada: Batallón Nº 4 de Línea, Batallón Nº 6 de Línea y la 4º Brigada: 1° Legión Voluntarios y Cazadores de la Rioja.
Ante el ataque argentino los paraguayos respondieron con fusilería y la lucha devino en un caos ya que ambos bandos disparaban a ciegas hacia el enemigo hiriendo en muchos casos a sus propios compañeros. Aquino ordenó la retirada, tras tomar algunos prisioneros heridos y unos cincuenta fusiles, Paunero también retrocedió recelando que el humo pudiera encubrir una sorpresa del enemigo
Mitre llegó inmediatamente después con los dos batallones de infantería restantes de la 1ª División, el Batallón Nº3 de Línea al mando del Tcnl. Felipe Aldecoa y la Legión Militar comandado por el Sgto.Myr. Agustín Valerga y tomó el campo en disputa.
Infante paraguayo
Reorganizadas las fuerzas paraguayas, Aquino renovó con todas sus fuerzas el ataque sobre Yataytí Corá mientras lanzaba la caballería caía sobre el flanco derecho de los dos batallones argentinos que se mantuvieron en sus puestos. Díaz hizo llover cohetes que causaron ​ en la posición argentina, una de las cuales explotó a pocos metros del presidente y otra por poco mató al general Flores, que había cabalgado desde el centro del dispositivo aliado para observar la acción. La violenta fusilería causó heridas mortales a los comandantes Aldecoa y Valerga.
En ese momento el Cnl. Rivas trajo cinco batallones desde la retaguardia lo que finalmente dio la ventaja a los aliados. Sucesivamente entraron en combate relevando al 3º y a la Legión que prácticamente habían agotado su munición los batallones de la 2ª División 4º y 6º de línea (Luis María Campos), luego volvió al combate los restos del 1º de línea y la 1º Legión de Voluntarios (2º División),​ seguidos de otros batallones como reserva: los batallones de Guardias Nacionales San Nicolás de los Arroyos y Correntino, el 5º de línea, la 4º división al mando de Antonio Susini compuesta del batallón de Guardias Nacionales La Rioja (Gaspar Campos) y Santa Fe y el 2º de Voluntarios que aunque no abrieron fuego por hallarse ya muy entrada la noche estuvieron al alcance de los disparos enemigos.
La acción se generalizó e hizo encarnizada pero pronto se decidió no tardó en decidirse a favor de los argentinos. Si bien las fuerzas directamente enfrentadas eran en todo momento similares, con once batallones movilizados los argentinos estaban ahora en condiciones de continuar relevando sin cesar a las unidades comprometidas en combate mientras que las paraguayas carecían de reservas, sus cuatro batallones tenían bajas superiores al tercio de sus fuerzas y se hallaban dos millas adelantadas de sus líneas, por lo que a las nueve de la noche, Díaz dio la orden de retirada y los paraguayos se retiraron al otro lado del estero​ «huyendo en gran desorden-escribió Mitre- tirando una parte de sus armas, abandonando muertos y heridos y precipitándose al estero, en cuyos pajonales y gracias a las sombras de la noche pudieron salvarse».​ Cuando cesó el encarnizado combate la mayor parte del campo estaba ardiendo.
El desempeño de las tropas argentinas, especialmente el 1º de Línea y el San Nicolás fue encomiable. El coronel oriental León de Palleja asentó en una de sus últimas correspondencias a Montevideo «La infantería argentina ha correspondido a la reputación de disciplinada y valiente que todos reconocen en ella; no adentro de trincheras apoyada de cañones y de caballería, sino con su solo propio esfuerzo. Los coroneles Rivas y Arredondo se han portado como siempre, valientes entre los valientes». ​ Tiempo después declararía por su parte el coronel paraguayo Juan Crisóstomo Centurión «Las tropas argentinas ¿quién lo duda? valen mucho; su intrepidez y valentía las tienen acreditadas en mil combates». ​
Fuentes
Atlas histórico-militar argentino, Círculo Militar, 1970
Isidoro J.Ruiz Moreno, Campañas militares argentinas, Tomo 4
George Thompson, La Guerra del Paraguay, RP Ediciones, Asunción, Edición 2010
Juan Beverina, La Guerra del Paraguay, Círculo militar, BA, 1973
Los 508 del San Nicolás, Ed.Kabhalah Jorge Costamagna 2002

No hay comentarios:

Publicar un comentario