La conquista de Buenos Aires en agosto de 1806 había fracasado, para reintentar la ocupación se designó al
Teniente General John Whitelocke al frente de 12.000 hombres, con una flota de
101 navíos entre buques de guerra y mercantes. Para cuidar las espaldas, 4000
de esos efectivos tomarían Montevideo y el resto operaría sobre Buenos Aires.
Secundaban al Jefe Superior, los coroneles Burke, Pack, Craufurd, el general
Levenson Gower y el brigadier Sir Samuel Auchmuty, entre otros jefes de menor
jerarquía. Las instrucciones eran abrir el puerto local al libre comercio (ahí
la razón de los buques mercantes) para poder colocar en América el enorme
excedente de la revolución industrial, en virtud de la imposibilidad de hacer
lo mismo en Europa debido al cerco impuesto por Napoleón Bonaparte. Por otra
lado, se respetaría la propiedad y el credo de los habitantes, con la sola
condición del juramento de fidelidad a Su Majestad Británica. En los primeros
días de Julio de 1807, la poderosa flota llegó al Río de la Plata. Así lo
relata Manuel José García en sus memorias : “Cuando las 101 velas de la gran
Armada Británica se divisaron en el horizonte, era un espectáculo capaz de
intimidar a los más aguerridos”. Esta vez venían mejor preparados, con
armamento de última generación. Desembarcaron en medio de una pertinaz llovizna
y entre el barro de la costa quilmeña, pero poco les costó dispersar luego la
débil oposición de las tropas de Liniers en los Corrales de Miserere (Plaza
Once). Parecían incontenibles dada la precariedad de los medios con que se
pretendía frenarlos. Se envía un mensajero a Liniers y pone en marcha el plan
del Tte. Cnl de Ingenieros don Gonzalo de Doblas. Se cavan trincheras alrededor
de la Plaza, las cuales llegan hasta las actuales Alsina, San Martín y
Bartolomé Mitre; manda cavar otra zanja llamada “exterior”, con parapetos de
tierra y sacos de yerba, por las ahora Belgrano, Tacuarí, Suipacha y Sarmiento.
Coloca pelotones de tiradores en las azoteas y artillería en las bocacalles. En
la noche del 2 al 3 de Julio nadie duerme en la Gran Aldea. Trabajan todos
alumbrados por faroles: esclavos, libres, blancos, morenos y naturales hasta
transformar el centro en una fortaleza. Durante la mañana del 3, el virrey don Santiago de
Liniers y Bremond, al frente de dos divisiones, llega al Retiro aclamado por el pueblo, su gran popularidad devolverá la confianza a los defensores.
El plan de
Doblas preveía una primera línea de puestos de alarma, una segunda línea para
desgastar el ataque y un reducto central en la Plaza mayor. Había que resistir
todo lo que se pueda en la segunda línea de trincheras y replegarse luego al
reducto de la Plaza.
A las seis y media de la mañana del Domingo 5
de Julio resuenan 21 cañonazos que es la orden de ataque, con arranque en la
quinta de Lorea (Plaza Congreso). Las tres brigadas de infantería que componen
el ejército invasor, mandadas respectivamente por Auchmuty, Lumley y Craufurd,
se subdividen a su vez en 13 columnas para entrar por el norte y por el sur de
la ciudad. Por las calles centrales (Mitre, Yrigoyen, Rivadavia y Alsina)
avanza la caballería. La primera brigada se subdivide en 5 columnas, una por el
norte, para apoderarse del Retiro, y las otras por Paraguay, Córdoba, Viamonte
y Tucumán, con intento de ocupar los edificios cercanos al río. La brigada
central va por Lavalle, Corrientes, Sarmiento y Cangallo. A la derecha, la
brigada al mando de Craufurd, se internaría, por Moreno, Belgrano, Méjico y
Humberto Primo, ya en el extremo sur de la ciudad. El propósito es alcanzar la
ribera y converger luego todos hacia la fortaleza. Según un testigo “la ciudad
era un incendio” y todos la defienden con gran entusiasmo y valentía. Se
escucha gran cantidad de disparos de cañón y fusilería. Las columnas que
avanzan por los extremos norte y sur no tienen casi resistencia en las casas de
barro de las orillas. Pero por el centro es otra historia. Las columnas
fracasan porque la resistencia que los invasores encuentran es tal, que se ven
obligados a pelear casa por casa y los virreinales los están acabando. Los
pobladores que no se alistaron en los cuerpos milicianos combaten también, hay
relatos de ingleses que cuentan como el agua, la grasa hirviendo y las piedras
lanzados desde arriba causan estragos. Cuando la soldadesca británica pretende
entrar a las casas particulares para coparlas, los esclavos morenos y las
robustas mulatas ayudan a los dueños de casa y a los milicianos defensores
repartiendo garrotazos al por mayor.
Se le va complicando cada vez más a Whitelocke
y compañía. El regimiento 88º que ingresaba por Sarmiento y Mitre se rinde al
Tercio de Arribeños a la altura de la calle Maipú, luego de cruzar la primera
trinchera. Una columna se refugia a sangre y fuego en la casa de la Virreina
Vieja, en Belgrano y Perú, donde son sitiados; lo mismo ocurre con la columna
de los coroneles Craufurd y Pack, cercados dentro de la Iglesia de San Domingo.
Luego de intenso tiroteo, al anochecer se rinden a Liniers, que dirige la
batalla desde los arcos del Cabildo. Parte de la caballería inglesa, que debió
entrar por Rivadavia e Hipólito Irigoyen, quedó encerrada en la quinta de Lorea
y no pudo intervenir. Cae la noche de ese tremendo día. Cesa el fuego por una
tregua caballeresca. Los invasores han perdido casi la mitad de sus efectivos. Habíamos
triunfado, morenos, naturales, europeos, criollos, arribeños y abajeños, habíamos
triunfado. El martes 7 de Julio de 1807, al mediodía, se firma la capitulación.
Los ingleses se van de Buenos Aires el 13 de Julio a la tarde, el general
Whitelocke dirá más tarde que ha debido rendirse “porque el rencor que nos profesan
los habitantes es increíble y, de no hacerlo, hubiese quedado a merced del
furor de la plebe”. Sin embargo, a poco andar, los ingleses reintentarían la
conquista por otros medios menos riesgosos pero más eficaces.
Fuentes
- Artículo del Dr. Roberto Rossi en el Diario de 9 de Julio
- Las invasiones inglesas del Río de la Plata (1806-1807) y la influencia inglesa en la independencia y organización de las provincias del Río de la Plata. Roberts, Carlos (2000). Emecé.
- Los marinos en las Invasiones Inglesas Destéfani, Laurio H. (1975). Serie B Historia Naval Argentina Nº15. Comando General de la Armada, Secretaria General Naval, Departamento de Estudios Históricos Navales.
- Las Banderas Británicas tomadas en Buenos Aires el 5 de Julio de 1807. Por Guillermo Palombo.
- Las invasiones inglesas al Río de la Plata 1806-1807. Desde la organización territorial hasta la reconquista de Buenos Aires. Juan Bartolomé Beverina. Buenos Aires, Círculo Militar, 2008, 3 volúmenes.
La ville est magnifique, au début je pensais à une villa antique romaine...Salutations!
ResponderEliminarMerci beaucoup Phil. C'est une reproduction très simplifiée du centre de Buenos Aires en 1807. Ce n'est pas un modèle exact, il conserve une échelle horizontale au 1: 500 mais la dimension verticale des maisons est très exagérée, comme celle des miniatures. Le but de cette table est le jeu de guerre. Il n'a pas encore été utilisé, c'est la photo d'une exposition qui s'est tenue l'année dernière. Nous espérons qu'à l'occasion de la Grande Campagne de 1807 à laquelle nous jouons bientôt, nous ferons l'attaque anglaise contre Buenos Aires. Par coïncidence, nous célébrons aujourd'hui l'anniversaire de la capitulation anglaise: le 7 juillet 1807. Salutations cordiales du sud, froid et lointaine.
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