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viernes, 30 de mayo de 2014

La Guerra de los Cien Años y Santa Juana de Arco

Santa Juana de Arco en el asedio de Orleans
Con motivo de la Fiesta de Santa Juana de Arco he querido recordar su heroica y santa vida dedicada a servir a Dios en la lucha por unificar su patria y liberarla del invasor inglés.
La Guerra de los 100 años
El reclamo del trono de Francia por parte del monarca inglés fue la causa del estallido de una larga guerra, llamada Guerra de los Cien Años aunque consintió no tanto en un siglo de lucha continua, sino en un rosario de etapas bélicas separadas por largas treguas y períodos de paz. Las campañas se desarrollaron en territorio francés, cuyas principales víctimas fueron los campesinos, que tuvieron que contemplar cómo sus escuálidas cosechas eran arrasadas por los ejércitos y las villas eran saqueadas por hordas de combatientes hambrientos.
Fue en Flandes donde se inició la guerra. En febrero de 1340 los ingleses realizaron un desembarco, y en junio barrieron a la flota francesa. Pero la gran ofensiva se inició en 1346, cuando las tropas inglesas desembarcaron en Saint-Vaast, avanzaron rápidamente hacia el interior y luego se desviaron al norte, cruzando el Somme.
Batalla de Crécy
En Crécy, ocuparon excelentes posiciones en espera de la caballería francesa, que venía a su alcance. El 26 de agosto de 1346 se produjo la gran batalla. El rey inglés Eduardo III situó a su ejército entre los pueblos de Crécy y Wadicourt. Él mismo y su segunda línea de jinetes ocuparon el centro, flanqueados por dos cuerpos de arqueros. Por detrás, cerca de un bosque, se situaron carros y caballos con las provisiones de flechas. La formación inglesa principal contaba con dos grupos de a pie y jinetes con un millar de arqueros entre ellos, dispuestos en flecha. En total, eran unos 7.000 soldados. Enfrente, los franceses situaron un ejército de cerca de 12.000 hombres, confusamente formados debido a la impaciencia por entrar en combate. A las 6 de la tarde comenzaron los combates con una sucesión de cargas frontales de la caballería francesa, recibidas con una lluvia de flechas inglesas. Cuando el ataque francés se volcó en su lado izquierdo, los infantes ingleses avanzaron para amenazar a la derecha francesa, lo que provocó la desbandada de buena parte de las tropas galas. El empuje de la retaguardia francesa aumentó el caos, al tiempo que los ataques por la izquierda no hicieron sino aumentar las pérdidas. Hasta quince cargas realizaron los franceses, todas ellas rechazadas.
La victoria en Crécy dio a Inglaterra el control de Calais y la convirtió en una nación militar. El triunfo inglés se debió no sólo a la mejor conducción y disciplina de las tropas, sino también a su uso del arco largo, un arma eficaz, que permitía a cada arquero disparar hasta diez flechas por minuto.
Tras una tregua de ocho años, la guerra se reanudó en 1354. El príncipe de Gales, Eduardo, llamado el Príncipe Negro, asoló desde Burdeos el sur de Francia hasta el Languedoc y destrozó en 1356 en Maupertuis al ejército francés, cuyo rey cayó prisionero y fue conducido a Londres. La ausencia del monarca abrió un período crítico entre 1358 y 1360, con una insurrección en París y una sangrienta revolución social campesina, la Jacquerie, en el norte del país. Sofocadas ambas revueltas, finalmente en 1360 Francia e Inglaterra firmaron un acuerdo de paz, por el que los ingleses pasaban a controlar la Francia sudoccidental.
La reclamación sobre Guyena fue el motivo aducido por Francia para romper de nuevo las hostilidades en 1370. La táctica militar francesa dio un resultado excelente: los ingleses, acosados por varios frentes, poco a poco fueron cediendo terreno, hasta el punto de que en menos de cinco años de guerra, en 1375, solo conservaban en Francia algunas cuantas plazas, como Burdeos, Calais o Bayona. La guerra parecía llegar a un desenlace muy favorable para Francia, cuando una profunda crisis en ambos países impuso un largo paréntesis a las operaciones bélicas. La guerra se reanudó en 1415. Los ingleses desembarcaron en Harfleur y se dirigieron hacia Abbeville y Amiens. El encuentro con los franceses, que habían salido a su alcance, se produjo finalmente en los campos de Azincourt.
Batalla de Azincourt
El rey inglés desplegó su frente siguiendo con la táctica usual de los ejércitos ingleses en la Guerra de los Cien Años, colocó tres cuerpos de hombres de armas en el centro y dos grandes "cuñas" de arqueros en los lados, adelantadas en ángulo con respecto a sus compañeros, para componer una especie de "manga" o "embudo" desde donde poblar de fuego convergente a los atacantes que avanzaran sobre ellos, para protegerlos ordenó que cada arquero se proveyera de una estaca de 1,80 m de longitud, afilada por ambos extremos y clavada en el suelo apuntando en ángulo hacia el enemigo. La empalizada de estacas puntiagudas constituía un sistema de protección sólido pero, a la vez, móvil y flexible: dependiendo de la evolución táctica de la lucha, el arquero inglés podía cambiar su ubicación, llevándose su grada o estaca, para volver a colocarla en un nuevo lugar y continuar tan protegido como antes en la nueva posición. Ningún poderoso caballo de guerra se atrevería a cargar sobre él. Un testigo presencial indica que las puntas de las estacas debían quedar a la altura de la cintura del arquero, es decir, apuntando directamente al vientre del caballo atacante.
Con ambos ejércitos distanciados, el inglés ordenó el avance de sus tropas. Acto seguido, con una formidable cadencia de tiro de 10 ó 12 disparos por minuto y arquero, cubrieron con inmensas y sucesivas nubes de flechas el avance enemigo. Este diluvio de muerte que descendía del cielo estimuló a los franceses a entrar en acción. Los ballesteros intentaron contraatacar, pero debieron retirarse por la superioridad del ataque de los arqueros ingleses.
La caballería francesa cargó contra los flancos donde se parapetaban los arqueros, pero la misma constituyó un terrible fracaso. Luego los franceses iniciaron un ataque por el centro, al que respondieron los ingleses con un contraataque simultáneo en toda la línea del frente. El empuje inglés fue tal que obligó a su enemigo a romper la formación y huir en desbandada.
La derrota francesa en Azincourt permitió a los ingleses ocupar Normandía y París. Inglaterra sometió buena parte de Francia, control que se incrementó tras su alianza con Borgoña, dominando ésta la región de Flandes. Azincourt fue un duro golpe para la moral francesa.
Juana de Arco
En 1427 los ingleses pusieron sitio a la plaza de Orleans. Cuando parecía próxima la capitulación apareció la figura de Juana de Arco, la Doncella de Orleáns quien reanimó la resistencia francesa y consiguió que los ingleses levantaran el cerco a la ciudad tras dos años de asedio. Convertida en heroína, Juana logró aglutinar la resistencia francesa en torno a su rey, Carlos VII, y que éste se reconciliase con su enemigo, Borgoña.
Juana de Arco nació en Domrémy en el año 1412 en el seno de una familia campesina acomodada, la infancia de Juana de Arco transcurrió durante el sangriento conflicto entre Francia e Inglaterra. A los trece años, Juana de Arco confesó haber visto a san Miguel, a santa Catalina y a santa Margarita y declaró que sus voces la exhortaban a llevar una vida devota y piadosa. Unos años más tarde, se sintió llamada por Dios a una misión que no parecía al alcance de una campesina analfabeta: dirigir el ejército francés, coronar como rey al delfín en Reims y expulsar a los ingleses del país.
En 1428 viajó hasta Vaucouleurs con la intención de unirse a las tropas del príncipe Carlos, pero fue rechazada. A los pocos meses, el asedio de Orleans por los ingleses agravó la delicada situación francesa y obligó al delfín a refugiarse en Chinon, localidad a la que acudió Juana, con una escolta facilitada por Roberto de Baudricourt, para informar a Carlos acerca del carácter de su misión.
Éste, no sin haberla hecho examinar por varios teólogos, accedió al fin a confiarle el mando de un ejército de cinco mil hombres, con el que Juana de Arco consiguió derrotar a los ingleses y levantar el cerco de Orleans, el 8 de mayo de 1429. A continuación, realizó una serie de campañas victoriosas que franquearon al delfín el camino hacia Reims y permitieron su coronación como Carlos VII de Francia (17 de julio de 1429).
Acabado su cometido, Juana de Arco quiso volver con los suyos, pero continuó combatiendo, primero en el infructuoso ataque contra París de septiembre de 1429, y luego en el asedio de Compiègne, donde fue capturada por los borgoñones el 24 de mayo de 1430.
Juana de Arco tenía 19 años al morir. Jean Tressart, secretario del rey inglés, observando cómo arrojaban las cenizas de Juana al Sena, comentó amargamente: “¿Qué hemos hecho? ¡Hemos quemado a una santa!” Veintitrés años después su madre y sus hermanos pidieron que se reabriera otra vez aquel juicio que se había hecho contra ella y el Papa Calixto III nombró una comisión de juristas, los cuales declararon que la sentencia de Juana fue una injusticia. El rey de Francia la declaró inocente y casi quinientos años después, el 16 de mayo de 1920 el Papa Benedicto XV la proclamó santa.
Traicionada y entregada a los ingleses, Juana de Arco fue trasladada a Ruán y juzgada por un tribunal eclesiástico acusada de brujería, con lo cual se pretendía presentar a Carlos VII como seguidor de una bruja para desprestigiarlo. Tras un proceso, fue declarada culpable de herejía y hechicería; pese a que ella había defendido siempre su inocencia, acabó por retractarse de sus afirmaciones, y ello permitió conmutar la sentencia de muerte inicial por la de cadena perpetua.
Días más tarde, sin embargo, recusó la abjuración y reafirmó el origen divino de su misión, por lo que fue condenada a la hoguera. Murió rezando, era el 29 de mayo del año 1431.
La última campaña
Castillon
En 1449 se reanudaron las hostilidades entre Francia e Inglaterra. La campaña de Normandía fue muy rápida: en octubre de 1449 capituló Ruán y en agosto de 1450 Cherburgo. Una fuerza de socorro llegada desde Inglaterra fue destrozada en Formigny, los arqueros ingleses fueron derrotados en una batalla abierta, primero unos pocos cañones los obligaron a desalojar sus posiciones defensivas tradicionales para ser inmediatamente aniquilados por una carga de la caballería pesada francesa. La conquista de Gascuña, la última posesión inglesa en suelo francés, será la última campaña de la Guerra de los Cien Años. El desenlace se producirá en la localidad de Castillon, en 1453.
Los franceses, unos 10.000, instalaron estratégicamente a sus infantes y cañones en un campamento fortificado al este de Castillon. Por su parte, los ingleses partieron de Burdeos con una fuerza de 7.000 hombres, asentándose en Saint Laurent.
Al observar los ingleses que, tras los primeros escarceos, el enemigo se retiraba, ordenaron un ataque impetuoso de su caballería e infantería. La ofensiva fue recibida por una lluvia de proyectiles disparados por los numerosos cañones franceses. A pesar de todo, los ingleses mantuvieron su ataque, momento en el que la infantería francesa, superior en número, aniquiló a los maltrechos supervivientes.
Artillería francesa en Castillon
La batalla de Castillon es considerada como el primer triunfo en la historia de la artillería móvil de campaña. La victoria francesa supuso la rendición de Castillon y de Burdeos, así como el fin de las posesiones y la presencia inglesa en Francia, aunque todavía conservarían Calais otros 134 años. La derrota inglesa en Castillon puso punto final a la llamada Guerra de los Cien Años.
Las armas
La armadura
Era el equipo clásico del hombre de armas. La base de la armadura constaba de anillos de hierro entrelazados. Sobre esta cota de malla el caballero llevaba numerosas piezas de acero pulido que lo cubrían desde la cabeza hasta los pies. Completa con todas sus piezas y con el yelmo o casco, la armadura pesaba casi 35 kg, siendo su principal desventaja el aumento de la temperatura en su interior. Esto provocaba que muchos hombres fuertes y sanos sucumbieran en medio del combate debido al golpe de calor. El yelmo, si bien protegía el rostro y la cabeza, era la pieza más pesada y generadora de calor, dificultando la visión. Por ello muchos caballeros se lo quitaban cuando no era estrictamente necesario su uso.
Caballeros y soldados del Siglo XIV
El escudo
El escudo llevaba pintadas las armas de su propietario. Aparte de su obvia función de defensa, la identificación que suponía constituía una póliza de seguro para el combatiente. En caso de ser capturado, su escudo proclamaba su estatus social y la familia a la que pertenecía, lo que podía salvar su vida si el enemigo se contentaba con la posibilidad de cobrar un rescate a sus parientes por su libertad.
La alabarda
Se trataba de una larga lanza con una cabeza semejante a la del hacha, de efectos verdaderamente aterradores incluso contra un enemigo provisto de armadura. La unión de la cabeza y el astil estaba rodeada de acero para que no pudiese ser desmochada con un golpe de espada. Esta arma constituía también la defensa definitiva, era utilizada para mantener distante al enemigo y bloquear partes del castillo, protegían las puertas y pasillos defendiendo a los nobles o a quien quiera que se les ordenara proteger.
Caballeros y soldados del siglo XV
La lanza
Las lanzas de este período estaban hechas de roble o fresno, medían más de 4 m y terminaban en una punta de acero fina y larga.
Cuando el caballero se apeaba, cortaba el cabo de su lanza a 2 m para hacerla más manejable. La lanza del siglo XV podía atravesar de pecho a espalda a un caballero en su armadura, bajarlo del caballo y mantenerlo de pie una vez muerto.
La espada
Muy caras, sólo los caballeros tenían el derecho y el dinero necesario para utilizarlas. Normalmente estaban hechas de acero de Burdeos y medían unos 90 cm. Además, eran las armas más prestigiosas.
El mandoble
Muchos combatientes preferían unas espadas más largas, que se empuñaban con ambas manos y se denominaban, por tanto, mandobles. Devastadoras cuando hacían blanco, eran, sin embargo, muy pesadas y requerían una gran fuerza física.
La daga
También llamada misericordia, fue muy usada en el campo de batalla, este último apodo se debía a que solía utilizársela para rematar heridos incurables. Se la usaba como último recurso: un soldado que había perdido sus otras armas podía aproximarse al caballero en armadura (a una distancia tan cercana que éste no pudiese utilizar la alabarda, la espada ni el mandoble), pegarse a él y pasar la misericordia por la mirilla del casco. Este golpe, si se vivía lo suficiente como para asestarlo, era inevitablemente mortal. Los arqueros ingleses llevaban dagas que introducían por las viseras de los caballeros que habían caído de sus caballos.
El arco
Arquero inglés en Azincourt
Estaba constituido por una pieza de tejo, fresno u olmo de 1,80 m de longitud. Sólo se le colocaba la cuerda en el momento de usarlo, y el encordado de un arco podía hacerse en menos de 3 segundos si el arquero era experto. La cuerda debía usarse seca, y por ello se la transportaba en una bolsita de tela impermeable.
Alcances: 365 m de alcance total, 180 m de alcance efectivo y 50 m de mortalidad segura. Cadencia de disparo de 10 a 12 flechas por minuto. Cada arquero inglés llevaba 48 flechas en su carcaj.

La ballesta
Era un arma pesada y difícil de recargar. El proyectil (dardo o saeta) medía entre 30 y 45 cm y era más recio que las flechas. Podía tener un alcance semejante al de los arcos, pero su escasa cadencia de fuego (3-4 por minuto en el mejor de los casos) le restaba efectividad.

Armas de fuego de mano
Pequeños tubos metálicos sujetos a un palo y llenos de pólvora, que se disparaban con una cerilla o una mecha lenta. Estas primitivas armas de fuego eran las antecesoras de los arcabuces y mosquetes.
Artillería
Artillería francesa en Orleans
Hacia 1324 la eficacia de los cañones era aún modesta, tanto por el hecho de que las piezas eran demasiado pesadas, como por la calidad de la pólvora, mezclada a mano, de lenta combustión, que producía explosiones de poca potencia y de poca fuerza para impulsar los proyectiles. Tras la elaboración de la pólvora en granos en 1425, aumentó la posibilidad de obtener mayor potencia en las explosiones así como el poder destructivo de los impactos de la artillería.
Fortificaciones
Debido al mejoramiento de la artillería las superficies planas ya no fueron capaces de absorber el impacto, y las torres circulares angulares no sirvieron mas para detener y controlar los ataques, de manera que hubo que transformar las antiguas saeteras por cañoneras o aperturas para las bocas de las nuevas piezas de artillería, para la organización de una defensa válida. Así, las innovaciones constructivas empezaron siendo puntuales, como la adopción del parapeto para desviar los impactos enemigos, hasta llegar a la modificación de la planta de los bastiones o torres angulares, en principio de planta triangular, carente de ángulos muertos evitando zonas sin cobertura visual por parte de los defensores.
Referencias
The Hundred Years War. Curry, Anne. (1993). St. Martin's Press.
The Law of Treason and Treason Trials in Later Medieval France. Cutler, S.H (1981). Cambridge University Press.
The Hundred Years' War. Lace, William W. (1994). Lucent Books.
European Medieval Tactics (2) Infantry, New Weapons, 1260-1500. Osprey Publishing.
Hundred Years War: The English in France, 1337-1453. Atheneum.
Wagner, John A. (2006). Encyclopedia of the Hundred Years War. Greenwood Press.

2 comentarios:

  1. Superbe article, très bien illustré...et en plus d'actualité pour nous, je vais très prochainement publier un article sur notre dernière bataille médiévale!
    Les illustrations sont originales et très bien choisies, en particulier pour moi la première et la dernière...Bravo!

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    1. Phil merci beaucoup pour vos aimables paroles et j'espère que les Français ne vous fâchez pas à ma présomption par écrit sur ​​l'un des plus grands saints et héroïnes de la France, la Pucelle d'Orléans. Sa vie couper court à dix-neuf ans, est un exemple des idéaux et d'amour pour Dieu et la patrie, pour tous les jeunes_ Et la lutte de la France à libérer leur territoire pendant tant d'années est également un exemple pour nous, les Argentins, qui souffrent aussi l'occupation anglaise. Je me souviens de ma mère allé dans son sanctuaire pour prier quand la guerre avec l'Angleterre qui continue d'occuper une partie de notre sol. Salutations de l'extrême sud.

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