En el cumpleaños de la Patria los Patricios presentan sus saludos con salvas de fusilería |
El 25 de mayo de 1810 no se ha olvidado.
Lo que se ha olvidado es su espíritu mas puro y solo se ha recordado esa visión que, ayer le enseñaron a nuestros abuelos a "Grosso modo" y que ahora le enseñan a nuestros hijos a las "Pignas", la que solo tiene en cuenta sus aristas jacobinas y revolucionarias.
Acá quise recordarlo así:
Acá quise recordarlo así:
Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Rio de la Plata a nombre del señor don Fernando VII |
Afirma el Padre Castellani en la introducción escrita para
la obra “Así fue Mayo”,de Federico Ibarguren,“que
entre nosotros la historia es teología (…) por medio de ella se debaten aquí
los problemas superiores”, explicando unos párrafos más
arriba que el proceso iniciado en Mayo de 1810 dividió a los pobladores de
estos territorios entre “los que querían mantener a toda costa la colonia
española, por otro, los que no; éstos a su vez se dividieron (encarnizadamente)
entre los que querían mantener el modo tradicional de la vida, cortándose
de España si acaso, y otros que querían aquí un cambio de vida, a saber, el
advenimiento de la revolución mundial, inaugurada en Europa en el siglo XVI, o
sea, lo que podemos denominar el ‘progresismo’.”
En este último grupo podemos colocar, con diferentes
matices, a Moreno, Castelli, Monteagudo –sobre todo en la primera etapa de su
vida pública-, y Rivadavia. Los tres primeros más influenciados por el
jacobinismo francés y las ideas de Rousseau, el último encandilado por las
corrientes liberales británicas, sobre todo las posturas sostenidas por Jeremy
Bentham.
Con respecto a Moreno, Enrique Díaz Araujo, en el Tomo III
de su Mayo revisado, se encarga de derribar por tierra el mito de la Historia liberal
“paragüera”, según el cual dicho personaje fue el numen de una “revolución”
hecha en nombre de la “Soberanía Popular” (así, escrita con mayúsculas),
encarnando el espíritu republicano y democrático. La auténtica revolución fue
un hecho político que dio respuesta a la crisis del Imperio Español, y estuvo
protagonizada por el Regimiento de Patricios. No hubo nada que tenga que ver
con la “soberanía popular” (supuestamente expresada en el Cabildo Abierto del
22 de mayo, según la historia “clásica”). Moreno fue un “arribista”, llegado a
último momento a la Junta creada
el 25, que terminó –junto a la camarilla de intelectuales “ilustrados”-
controlando la labor del nuevo gobierno. La postura de Moreno no fue ni
independentista ni republicana. Su objetivo fue seguir una línea “reformista”,
manteniendo la Fidelidad al
“Rey cautivo”. El reformismo morenista se proponía continuar con la ruptura
iniciada por los ministros ilustrados de los últimos Borbones. Díaz Araujo es
clarísimo al respecto:“en lo cultural admiraba a los Iluministas franceses y en
lo económico prefería los negocios con los británicos, en lo político se
mantenía leal ala Corona española
(…), más que un ‘revolucionario’, si tomamos esa voz en una acepción
estrictamente ideológica, convendría contarlo entre los ‘reformistas’
ilustrados”. Unos renglones antes, el autor aclaraba que se trataba de “un
‘reformista’, a la manera de la Ilustración española”[1]
Castelli, fue
comisionado por la Junta manejada
por “el numen de Mayo”,para imponer en el interior, a sangre y fuego, la
obediencia al nuevo orden, recurriendo para ello “a métodos
repudiados por la moral ortodoxa: engañando, traicionando, intrigando”[2]; y sembrando el espíritu de “revolución
social”, apostrofando a los indios altoperuanos en las ruinas del Templo del Sol
de Tiahuanaco “sobre los abusos y crueldades del despotismo y los
beneficios de la libertad”[3]; al tiempo que un grupo de la
soldadesca se burlaba de la fe religiosa sencilla de otro grupo de indios y
mestizos “arrancando la cruz (ante la que éstos se encontraban postrados)
de su sitial”. Monteagudo, por su parte, “vestido con ropas de
sacerdote, se trepó en Potosí al púlpito de una iglesia y pronunció un sermón
sobre el tema: ‘La muerte es un largo sueño’.”[4] Estos hechos quitaron toda
popularidad al ideal de Mayo en el Alto Perú. Algunos años después, don Manuel
Belgrano, con el espíritu de disciplina impuesto a la tropa, y su ferviente y auténtica
manifestación de religiosidad, reparará en parte, el daño hecho por aquellos
ideólogos[5].
Por su parte, Rivadavia tuvo una gran participación durante
el Primer Triunvirato –siendo Secretario del mismo-, y fue parte de la misión
diplomática encargada de las tratativas con el restaurado Fernando VII, a
partir de 1814. Luego de su fracaso, pasó varios años en Europa, regresando en
la década del 20, para convertirse en el máximo representante del Partido
Unitario, promoviendo reformas “liberales” desde su cargo de Ministro de
Gobierno de la Provincia de
Buenos Aires, primero; y como Presidente de las Provincias Unidas, después. En
Europa había entablado amistad con el filósofo liberal Jeremy Bentham[6], y de regreso a nuestra Patria se propuso
cambiar de raíz nuestros modos tradicionales, a partir de las elucubraciones
mentales de su “maestro”.
Fray Francisco de Paula de Castañeda |
En un sermón pronunciado en 1818 ante el Director Pueyrredón
afirmó que lo que conviene a la vida social es “recibir la virtud del
santo espíritu”, y que la verdadera libertad “consiste en tratarse
(los hombres) como hijos, que son de un mismo Padre”. Se refiere luego a
las “almas contemplativas (…) que buscando primero el reino de Dios y su
justicia, logran por añadidura los bienes temporales de libertad, honor y
fortuna”[9]. De este modo afirmaba el valor y la
primacía que siempre ha tenido la vida contemplativa en la Civilización occidental,
realidad que fue duramente atacada por las reformas rivadavianas contra la vida
conventual durante la década del 20.
Como conclusión de lo expuesto, podemos afirmar que los
ideólogos e innovadores procuraron establecer la vida social sobre la trilogía
masónica: Libertad, Igualdad, Fraternidad; entendidos estos conceptos en
forma abstracta, y forzando a la realidad para imponerlos, desencadenando como
contrapartida, el caos y el desorden. En tanto que Castañeda frente a la idea
de la Libertad del
Individuo y su Igualdad con los otros –entendidos como átomos asociados a
partir de un contrato-, propone el Mando entendido como “función paterna”: la Paternidad divina
se refleja en los hombres que en la sociedad cumplen la función de Jefatura.
Por eso habla de que “somos hijos de un mismo Padre”,debiéndose
ver en los que mandan (“párrocos, alguaciles”) la imagen de dicho Padre.
Las relaciones humanas se construyen, por tanto, no a partir de los principios
de Libertad e Igualdad, sino de Paternidad y Filiación;cuando
estos dos principios se logren afirmar, los hombres dejarán de verse como
enemigos para verse como “hijos de un mismo Padre”, y por tanto, se habrá
logrado alcanzar la auténtica Fraternidad. O sea: Libertad,
Igualdad y Fraternidad, de un lado; Paternidad, Filiación y
Fraternidad,del otro. Y como fundamento de esto último, una vida humana
fundada en la contemplación y no en el utilitarismo.
Prof. Javier Ruffino
[1] Díaz Araujo, Enrique. Mayo revisado III.
[5] Monteagudo continuó siendo protagonista
del proceso iniciado en 1810, evolucionando hacia posturas más conservadoras.
Acompañó al General San Martín en su campaña al Perú. En tanto que Castelli
murió de un cáncer de lengua en 1812 reconciliado con la Iglesia : “rindió
contrito el alma a Dios, con todos los sacramentos de la Iglesia ” (Bruno,
Cayetano. Creo en la vida eterna).
[6] Bentham representaba en Gran Bretaña el
liberalismo radical, en contraposición al gran pensador contrarrevolucionario
Edmund Burke. Peter Viereck, citando a R. J. White, sostiene que Bentham “toma
a las instituciones sociales como otras tantas piezas de un mobiliario que
pueden ser mudadas de lugar, reacomodadas, remodeladas, o hasta convertidas en
leña para el fuego” (Conservadorismo, desde John Adams hasta W. Churchill).
Esta definición se ajusta perfectamente a la apolítica seguida por Rivadavia.
Totalmente contraria es la postura de Burke, para quien la sociedad es “una
asociación no solamente entre aquellos que viven, aquellos que están muertos y
aquellos que han de nacer…Cambiando el estado tan a menudo como haya fantasías
en el aire…ninguna generación podría enlazarse con otra” (Ídem). Para
Burke la comunidad es orgánica, en tanto que para Bentham es producto de un
contrato.
[7] Furlong, Guillermo. Fray Francisco
de Paula Castañeda. Un testigo de la naciente Patria Argentina. 1810-1830.
[9] Ídem.
Cornelio Judas Tadeo de Saavedra y Rodríguez. Jefe del Regimiento de Patricios y Presidente de de las Provincias Unidas del Río de |
No hay comentarios:
Publicar un comentario