Hoy se cumplen cuatrocientos treinta y cuatro años de la fundación de
la ciudad donde vivo y nadie se ha dado cuenta de ello, con ese motivo he
querido hacer esta publicación y recordar a quienes nos dieron un lugar en el
mundo.
En enero de 1580 don Juan de Garay comenzó los preparativos de la
segunda fundación del asentamiemto que don Pedro de Mendoza levantara en 1536.
Se pretendía poblar la nueva ciudad con gente de Asunción, para lo cual se
promulgó un bando ofreciendo tierras y otras mercedes. Se apuntaron 200
familias guaraníes y 76 de colonos. Se llevó todo lo necesario por el río en la
carabela Cristóbal Colón y dos bergantines entre otras naves menores,
expedición que salió el 9 de marzo del mismo año. Además de los colonos iban 39
soldados. Una parte del convoy fue por tierra y partió un mes antes.
El domingo 29 de mayo de 1580, Juan de Garay llegó a la boca del
Riachuelo. Desembarcó justo en el lugar donde años antes lo había hecho el
adelantado Pedro de Mendoza e instaló un campamento; la columna que viajaba por
tierra llegó un mes después. Para el miércoles 11 de junio ya se había
levantado un pequeño asentamiento, algo más hacia al norte de la fundación
anterior, que dio base a la nueva ciudad de Buenos Aires. Ese día se celebraron
las ceremonias fundacionales. Es importante recalcar una parte del acta
fundacional:
[...] yo Juan García Garay,
teniente de Governador y Capitán General y Justicia mayor y alguacil mayor en
todas estas provincias, por el muy Ilustre el Licenciado Juan de Torres de Vera
y Aragón, del Consejo de su magestad, y su oidor en la Real Audiencia de la
ciudad de la Plata en los Reynos del Pirú, Adelantado..., y en lugar del dicho
señor Adelantado Juan de Torres de Vera y Aragóon... estando en este Puerto de
Santa María de los Buenos Ayres, hago y fundo una ciudad... La iglesia de la
cual pongo su advocación de la Santísima Trinidad... y la dicha ciudad mando
que se intitule Ciudad de la Trinidad.
Escudo de la ciudad creado por Garay que actualmente campea en el paño de la bandera de la Ciudad de Buenos Aires |
El acta fundacional de la nueva urbe, llama a ésta «Ciudad de
Trinidad», en recuerdo de su llegada que tuvo lugar el domingo de la Santísima
Trinidad. El puerto de la misma recibió el nombre de «Santa María de los Buenos
Aires». Ortiz de Zárate había denominado oficialmente a la región como «Nueva
Vizcaya», en honor a su tierra natal.
Se plantó el «árbol de justicia» o símbolo de la ciudad, y tal como se
acostumbraba y era obligatorio en tales casos, blandió la espada en las cuatro
direcciones y dio un tajo a la tierra para señalar la posesión, y repartieron
tierras entre los 65 pobladores que lo acompañaban, algunos presentes en la
primera fundación. Fueron nombrados alcaldes Rodrigo Ortiz de Zárate y Gonzalo
Martel de Guzmán, y se formó el cabildo con seis regidores a la vez que se
asignó el escudo de armas de la nueva ciudad, cuadrado blanco con águila negra
coronada, con las alas totalmente desplegadas, sosteniendo la cruz roja de
Calatrava en su pata derecha. También se asignaron encomiendas. Todo ello quedó
registrado en el acta del acontecimiento redactada por el escribano Pedro de
Jerez y tres testigos.
Combate entre indígenas y españoles |
La nueva fundación fue atacada por los indígenas, mandados por su jefe
Tabobá, pero Garay fue advertido del ataque por Cristóbal de Altamirano, que
estaba prisionero de aquél, lo cual sirvió para organizar una exitosa defensa.
Las armas
(A, B, C) Ballesta, cranequín y cuadrillos
Al parecer la ballesta se inventó en China, hacia el año -341, según los documentos existentes. En el año 100 de nuestra era, el griego Herón describe un dispositivo similar al que denomina gastrophetes.
Hubo que esperar hasta la Edad Media para que resurgiera el arma, apremiada por la necesidad de arcos más potentes para la guerra, capaces de perforar las corazas metálicas de la caballería.
Los modelos primitivos se tensaban apoyando el arco en el suelo y sujetándolo con los pies, mientras se tiraba hacia atrás de la cuerda con ambas manos, hasta sujetarla en una muesca o nuez. En la segunda mitad del S. XII, se agregó a las ballestas un estribo, es decir una pieza sujeta a la cureña o tablera, donde se colocaba el pie para sujetar el arco. Luego surgirían diferentes sistemas mecánicos de tensado, cuando los arcos eran demasiado poderosos como para tensarlos a mano. El cranequín o cric (B), consistía en una biela giratoria con un gancho frontal que tensaba el arco, avanzando por una guía dentada. El torno, armatoste o windlass se colocaba en la parte posterior y, al enrollar una cuerda en un eje, tensaba la cuerda del arco mediante dos ganchos. La pata de cabra o goat foot consistía en una palanca que forzaba la cuerda hacia atrás. Aunque resultaba un arma evidentemente poderosa, el alcance efectivo no era muy grande (unos 150m) y el ritmo de disparos era muy lento (2 a 4 disparos por minuto, en el mejor caso). La ballesta proyectaba normalmente dardos, virotes y cuadrillos (C) cortos de cabeza metálica piramidal, capaces de atravesar un ciervo o un hombre de lado a lado, incluso detrás de una armadura.
Pese a su potencia en los campos europeos, la ballesta tuvo poco éxito durante la Conquista de América, pues aunque era muy potente y precisa, era muy lenta de cargar y dejaba al soldado aislado e indefenso en el combate, a no ser que la usase como garrote. Por otra parte, arcabuces y ballestas quedaban inútiles luego de algunas semanas de campaña militar en terrenos húmedos: la madera se pudría, las cuerdas se estiraban y rompían y se agotaban los proyectiles. Los indígenas americanos -y en particular los Charrúas- no se sintieron impresionados por la ballesta y en el tiempo en que tardaba en recargarla, un infante español sería baja a manos de un indio lanzado a la carrera.
(D) Alabarda (Modelo Ca. 1500)
Se trata de un arma blanca enastada en un astil de madera dura, de
entre 1,5 y 1,8m de longitud y que tiene en su cabeza tres elementos: (i) una
punta de lanza de entre 20 y 30cm de longitud, (ii) una cuchilla transversal en
forma de hacha y (iii) un punzón para enganchar y derribar jinetes, por el otro
lado.
La alabarda fue introducida en Europa alrededor del año 1300 y su uso
se popularizó como arma de infantería entre los mercenarios suizos, por ser un
arma barata y versátil. El arma se mantuvo en uso entre los S. XIV y XVII,
especialmente para enfrentar a la caballería pesada europea y revalorizando la
infantería. Reforzada con anillos de acero sobre su asta, podía ser empleada
para esgrima contra espadas.
La alabarda obtuvo gran fama, por lo que algunas versiones de lujo
comenzaron a ser usadas por cuerpos de élite. también fue empleada como símbolo
de rango por los Sargentos españoles, hasta 1787. De allí en más su uso se
reservó a los Guardias del Real Cuerpo de Alabarderos, siendo sustituída en
otros cuerpos por el mosquete con la bayoneta calada.
Dado que los indígenas americanos no disponían de tropas montadas y
mucho menos acorazadas, el uso de la alabarda fue muy relativo, prefiriéndose
la espada larga y filosa.
(E) Lanza de caballería
Además de las alabardas, los españoles utilizaban lanzas y picas; las
lanzas de caballería eran más cortas y ligeras que las europeas, con un asta de
fresno de unos 3 metros y la punta de acero tallada en diamante u hoja de
oliva, con gran poder de penetración. En manos de un jinete acorazado, era
capaz de causar estragos entre las masas de indígenas. Las picas, armas de
infantería, se usaban poco y medían prácticamente lo mismo que las lanzas. El
modelo ilustrado es cercano al año 1500.
(F) Espada de dos manos
Es un modelo español o alemán, de cerca de de 1,35m de longitud y cerca
de 2,5kg de peso. Tiene guarda recta de tipo alemán.
Este tipo de arma, pese a su tamaño, estaba bien balanceada y permitía
una esgrima rápida. Originalmente, se destinó a romper las formaciones de
piqueros enemigos, pero también se usaba como maza, hacha y hasta como lanza.
Hacia el S. XVI comenzó a ser desplazada por la espada ropera o estoque.
(G)- Espada de mano y media
Forjada en acero; guarda de modelo alemán, sin anillos de protección ni
la más corriente forma de "S". Su longitud era cercana a 0,9m (3
pies) y su peso entre 0,8 y 1kg. Las hojas de espada forjadas en Toledo eran fuertes, flexibles, ligeras y muy afiladas.
(H)- Espada
Se trata de un modelo de mediados del S. XVI, con hoja de doble filo,
guarda y pomo forjados en forma de flores de lis. Su longitud era cercana a
1,05m y su peso de 1,3kg. Tiene en su guarda un anillo de acero que brinda
protección extra a la mano.
(I)- Arcabuz
El arcabuz era un arma, que medía cerca de 1,5 m y pesaba alrededor de
7 u 8 kg, no existiendo un modelo normalizado. Su calibre era grande,
alcanzando a veces 2,5cm. Carecía de aparatos de puntería, haciéndose el
disparo al bulto, acercando una mecha encendida sostenida por una palanca en
forma de "S" o serpentín. Debía tenerse continuamente encendida la
mecha, lo que hacía inútil el arma los días lluviosos o muy húmedos, como se
daban en nuestro territorio. La cadencia de tiro llegaba a un disparo por
minuto, cuando mucho, y el alcance no superaba los 100m.
La combinación de picas y arcabuces era temible en las batallas
europeas, contra tropas acorazadas, lentas, avanzando en falanges cerradas. Las
crónicas indican que el ruido, el humo y efecto del disparo de un arcabuz
tuvieron fuerte efecto psicológico en México y Perú. En el Río de la Plata, eso
no sucedió.
(J)- Tahalí de espada
(J)- Tahalí de espada
Se trataba de una funda de cuero sencilla.
Las armaduras
Tipos de soldados
Hidalgo |
Infante con alabarda |
Hidalgo, arcabucero y piquero |
Fuentes:
Un très beau sujet, original pour moi, et très bien illustré comme d'habitude...je n'ai pas le temps d'aller voir les liens, mais j'essaierai de trouver un moment!
ResponderEliminarSalutations du vieux continent!
Phil.
Merci beaucoup pour vos paroles et prendre le temps de visiter ce blog. Carlos
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