Los ingleses ingresan confiadamente por las calles de Buenos Aires |
La vanguardia británica marchaba al mando del mayor general Lewison
Gower con dos brigadas al mando de los generales Robert Craufurd y William
Lumley, el centro estaba al mando directo del general Whitelocke y de Samuel
Auchmuty y la reserva al mando del teniente coronel Thomas Mahon, con diez
cañones de tren volante y un obús.
La marcha de la vanguardia se hizo sin inconvenientes dado que las
fuerzas ligeras al mando de Martín Rodríguez, que debían hostilizarlas, se habían
incorporado a las tropas de Santiago Liniers creyendo que el ejército inglés
marcharía sobre Barracas.
Así, las tres columnas británicas marcharon completamente separadas,
sin que Liniers lo supiese ni pudiera obstaculizar su avance, y sin más
dificultades que las propias del terreno pantanoso y los numerosos arroyos a
vadear, la falta de caballada y las fallas en el aprovisionamiento de las
tropas. All llegar al Riachuelo de los Navíos, los ingleses no aceptaron la batalla campal que se les ofrecía frente
al puente de Gálvez y lo cruzaron por dos vados que se encontraban aguas arriba.
Mapa de Buenos Ayres en 1807 con indicación del Combate de los Corrales de Miserere |
Craufurd, aunque ya obscurecía, trató de iniciar una persecución y logró alcanzar la actual
calle Callao, donde empezaban las casas. Pero al llegar la noche ya era cerrada, la prudencia
prevaleció y recibió órdenes de Gower, transmitidas por el capitán John
Squires, comandante de ingenieros de la expedición, de retroceder a la línea de
los corrales. La resistencia de los patriotas había dado sus frutos, la ciudad no fue atacada ese día y pudo preparar su defensa.
Whitelocke decidió esperar, sus tropas habían marchado un día entero
sin vivaquear luego de dos días de ser hostigados por paisanos y
Húsares que los mantuvieron en permanente zozobra y les impidieron recoger hacienda
para carnear, por lo cual debían descansar y comer para reponerse. Para eso carnearon vacunos robados en los
Corrales de Miserere y saquearon las casas de la periferia en busca de harina,
galletas y sobre todo valores y licor. Entre otras fue asaltada la casa de la
familia Lorea y muertos sus integrantes que resistieron a los ingleses, hoy una
plaza recuerda el heroísmo de don Isidro Lorea y la bárbara acción de los invasores. La quinta
del yanqui Pio White, quien dio todo su apoyo a Whitelocke, fue usada como
cuartel general.
Álzaga organiza la defensa durante la noche del 3 al 4 de julio |
Por su parte el alcalde de Buenos Aires, Martín de Álzaga, siguiendo el
bien calculado plan del Ing. Doblas, ordenó levantar barricadas con tercios de
yerba y cavar trincheras en las diferentes calles de la ciudad por las que el
enemigo podría ingresar. Reunió todo tipo de armamento y en la noche continuó
los trabajos en las calles bajo la luz de miles de velas. De a poco los
soldados de la División de Elío, que se había retirado de Miserere sin entrar
en combate, se presentaron para combatir y reorganizadas las unidades se
distribuyeron en sus puestos, así se infundieron nuevos ánimos a los defensores. Pero fue el regreso de Liniers, al frente de la División Velazco, que trajo la plena confianza en la victoria.
El héroe del pueblo de Buenos Aires dio su aprobación al plan de Doblas y,
mostrando su corazón noble y heroico, proclamó:
"Si llegamos a vencer, como lo espero, a los enemigos de nuestra patria,
acordaos soldados que los vínculos de la nación española son de reñir con
intrepidez, como triunfar con humanidad: el enemigo vencido es nuestro hermano,
y la religión y la generosidad de todo buen español le hace como tan natural
estos principios que tendrán rubor de encarecerlos".
Santiago Antonio María de Liniers y Bremond |
En la mañana del 5 de julio, confiado de la superioridad de su ejército,
Whitelocke dio la orden de ingresar a la ciudad en 12 columnas, que se
dirigirían separadamente hacia el Fuerte y Retiro por distintas calles. Llevaban
orden de no disparar sus armas hasta llegar a la Plaza de la Victoria a fin de
no demorar su marcha hasta llegar a los objetivos previstos en el plan.
La defensa se había organizado en un dispositivo interior, alrededor de
la Plaza Mayor, con tropas en las azoteas de las casas altas que daban a la
plaza; luego, otro exterior, con una línea de cantones, aproximadamente en un
radio de tres manzanas alrededor de la plaza, para debilitar el paso del
enemigo, más que el de imposibilitar su paso, defensa que corría entre
Sarmiento, Suipacha, Tacuarí y Belgrano. Las iglesias no fueron ocupadas, sino
que se armaron cantones frente a los templos, para atacar a los enemigos que
intentaran ocupar esos edificios. Finalmente, hacia las afueras de la
ciudad, había una línea de puestos avanzados para avisar del avance de las
columnas enemigas.
Una vez adentrados en la ciudad, cuando ya no era posible retroceder, comenzó el fuego |
Vista de uno de las barricadas defendidas por los Artilleros de la Unión |
La distribución de las tropas era irregular, los Miñones fueron desplegados en
los puestos avanzados y estuvieron tiroteándose permanentemente con las
avanzadas inglesas. Los tres batallones
de Patricios fueron distribuidos en el centro y las alas del dispositivo. Los Gallegos en el Retiro junto a los
Patricios, Castas y el Real Cuerpo de Marina;
los Andaluces frente a San Miguel; los Cántabros de la Amistad y los Montañeses,
frente a Santo Domingo; los Arribeños y los Cazadores Correntinos en La
Merced; los artilleros de la Unión
sirvieron las piezas del Fuerte, las de los cantones que bloqueaban las calles y las del Retiro apoyados por las Castas de Artillería.
Los escuadrones de caballería, que no se habían desmontado, se
desplegaron cerca de la Alameda para cargar sobre las columnas enemigas que
hubieran podido llegar hasta la playa del Río de la Plata.
De acuerdo con la orden del Comando para el 5 de julio, las tropas
inglesas se fraccionaron en tres grupos de ataque, subdivididos en columnas:
Ala Izquierda: Brigadier Achmuty
con los regimientos Nº 38, Nº 87 y Nº5, en cinco columnas sobre la Plaza de Toros y
puntos adyacentes;
Centro: regimientos Nº 36 y Nº 88, fraccionados en mitades, avanzarían en cuatro
columnas paralelas por las calles comprendidas entre la Plaza de Toros y la Plaza
Mayor, hasta llegar a las manzanas de casas próximas al río que deberían ocupar. Los Dragones y Carabineros fueron desmontados y avanzaron por las calles de la derecha de estos regimientos.
Ala Derecha: Batallón Ligero (formado por las compañías de
Cazadores de todos los regimientos y por una del Nº 71) y el Regimiento Nº 95, los famosos Rifles, en dos columnas, Craufurd y Pack, por las calles
del sur de la Plaza Mayor y próximas a ésta. Más a la derecha, el Regimiento Nº 45
en dos columnas que tenía como objetivo ocupar la Residencia.
Con excepción del Ala Izquierda, los demás grupos no tenían un Comando
Superior, dependiendo cada columna del propio. A un tiro de cañón del centro a
las seis de la mañana, se inició el avance simultáneo.
Como se ha dicho, la Plaza Mayor había sido convertida en el núcleo de
la resistencia. Se emplazaron cañones en las ocho entradas de la misma y fueron
abiertas trincheras a una cuadra de distancia de la plaza, en las ocho calles
que a ella convergían. Las azoteas de las casas colindantes se ocuparon con infantería; los vecinos no alistados y hasta las mujeres cooperaban con la
defensa desde las azoteas de sus casas con provisión de piedras sacadas del
empedrado, granadas de mano y otros proyectiles arrojadizos (hasta “recipientes
con fuego”, afirmaría Whitelocke).
A las seis de la mañana del 5 de julio, hecha la señal convenida,
Achmuty avanzó sobre la Plaza de Toros, detenidas sus fuerzas por el fuego de
los que la defendían, una parte de aquéllas, mediante un rodeo, cayeron sobre
El Retiro y se apoderan del punto. Quedaba así la Plaza de Toros entre dos fuegos
y, sus defensores que ya habían tenido 263 hombres fuera de combate y que habían agotado sus municiones, juzgaron imposible continuar la resistencia e intentaron una salida a la bayoneta, algunos lograron llegar a las propias líneas pero muchos fueron rodeados y debieron rendirse al enemigo.
Los ingleses se lanzan al ataque sobre las barricadas mientras sufren el fuego desde las alturas |
Los ingleses no pueden sobrepasar los cantones |
En el Ala Izquierda los regimientos Nº 87 y Nº5, también de la Brigada Achmuty
y cuyos caminos de avance eran los más próximos a la Plaza de Toros, alcanzaron la ribera y fueron después a reunirse en dicha plaza con el Regimiento Nº 38,
que ya la había ocupado.
Los Arribeños combaten contra el Regimiento Nº 88 junto a los muros de La Merced |
Los Cazadores Correntinos junto a los Arribeños defienden el cantón de La Merced |
En cambio, en el grupo central los regimientos Nº 36 y Nº 88, Brigada Lumley, hallaron una resistencia tenaz, siendo diezmado el primero y obligado a
rendirse el segundo. Una columna de 1.000 hombres de Dragones y Carabineros,
partiendo de la Plaza Lorea y luego de cuatro cuadras bajo fuego, se encontró
con los Patricios, Andaluces y Gallegos, siendo rechazados con grandes
pérdidas. La mandaba el Coronel Kington que mortalmente herido, junto con su
segundo el Capitán Burrel, fueron abandonados en el momento de la derrota siendo rescatados por sus vencedores. Kington,
al tiempo de expirar, dispuso que su cadáver fuese sepultado en el cuartel de
Patricios “...para dormir el sueño eterno bajo la salvaguardia de los valientes
que lo habían vencido”.
Vista de una sección de Arribeños haciendo fuego desde una terraza |
El Regimiento Nº88 se desangra frente a los cantones de los Arribeños y de los Cazadores Correntinos |
El combate alcanza su máxima intensidad, pronto los infantes del Regimiento Nº88 ya no podrán seguir y deberán rendirse. |
Los ingleses nunca alcanzaron el perímetro interno, fueron detenidos en la primera línea de defensa por el fuego permanente desde las casas y
cantones así como por las desinteligencias entre los comandantes británicos. Según
cuenta el general inglés G. E. Miles, los vecinos arrojaron sobre las cabezas
de los soldados del Regimiento de infantería N°88, piedras y líquidos
hirviendo, que bien pudieron haber sido agua, o grasa vacuna derretida. Estos son otros testimonios de jefes ingleses:
Avancé con los rifleros hasta el costado oeste del edificio
del Colegio de los Jesuitas, sin sufrir pérdidas considerables, cuando, al
adelantar el cañón liviano para abrir una brecha en la entrada principal del
edificio, el enemigo apareció de repente en gran número en algunas ventanas, en
la azotea de aquel edificio y desde las barracas del lado opuesto de la calle y
desde el extremo de la misma. En un momento, la totalidad de la compañía de
vanguardia de mi columna, y algunos artilleros y caballos fueron muertos o
heridos. -Teniente coronel Henry Cadogan
Antes de que me hubiese escasamente aproximado a la Iglesia
de San Francisco, ya había perdido bajo el fuego de un enemigo invisible, y
ciertamente inatacable para nosotros, los oficiales y la casi totalidad de los
hombres que componían la fracción de vanguardia, formada por voluntarios de
distintas compañías, los oficiales y casi la mitad de la compañía siguiente, y
así en proporción en las otras compañías que componían mi columna.-Teniente
coronel Dennis Pack
No bien alcanzamos la entrada de la iglesia de San Miguel,
el enemigo comenzó un terrible fuego desde las casas opuestas. Habiendo perdido
unos treinta hombres en esta entrada, y comprendiendo que era imposible forzar
las puertas de la iglesia con las herramientas que me habían entregado, juzgué
prudente desistir y penetrar más en la ciudad esperando encontrar una posición
más ventajosa. Al abandonar la entrada de la iglesia fuimos castigados con un
fuego continuado. Después penetré en la ciudad hasta que juzgué que me hallaba
cerca de la fortaleza. Viendo que había perdido tanta gente en la calle, que
los cuatro oficiales de granaderos estaban heridos, que el mayor, el ayudante y
el cirujano auxiliar habían sido muertos, y que había perdido, entre muertos y
heridos, de ochenta a cien soldados de mi débil columna, doblé a la izquierda y
busqué refugio ocupando tres casas.-Teniente coronel Alexander Duf
Terminaba así la jornada del 5 de julio. Los atacantes sólo habían logrado ocupar los dos puntos extremos la Plaza de Toros y la Residencia; pero el dispositivo central había quedado inconmovible. Sus pérdidas en el ataque fueron considerables, pues ascendían a unos 2.500 hombres entre muertos y prisioneros. Los defensores, a su vez, habían pagado caro su triunfo: además de unos 800 prisioneros tomados por los ingleses en la Plaza de Toros y en la Residencia, sus bajas fueron 302 muertos, 514 heridos y 105 extraviados.
Es el fin, el Regimiento Nº88 debe rendir sus banderas |
Fuentes
- Las invasiones inglesas del Río de la Plata (1806-1807) y la influencia inglesa en la independencia y organización de las provincias del Río de la Plata. Roberts, Carlos (2000). Emecé.
- Los marinos en las Invasiones Inglesas Destéfani, Laurio H. (1975). Serie B Historia Naval Argentina Nº15. Comando General de la Armada, Secretaria General Naval, Departamento de Estudios Históricos Navales.
- Las Banderas Británicas tomadas en Buenos Aires el 5 de Julio de 1807. Por Guillermo Palombo. http://www.granaderos.com.ar/articulos/art_banderas.htm
- Las invasiones inglesas al Río de la Plata 1806-1807. Desde la organización territorial hasta la reconquista de Buenos Aires. Juan Bartolomé Beverina. Buenos Aires, Círculo Militar, 2008, 3 volúmenes.
- Editorial Universitaria del Ejército http://www.iese.edu.ar/eude/batallas.html
Fantastique! Des photos superbes, avec des figurines magnifiques, un très bel article illustré de main de maître!
ResponderEliminarSalutations de...Cannes!
Phil.
Phil, merci beaucoup pour vos aimables paroles. Cet article rappelle epoques les plus héroïques. Aujourd'hui, mon pays, l'Argentine, souffre beaucoup à cause de la pression du système financier international et l'action des collaborationnistes locaux. Mes compatriotes sont bercés par les matches de la Coupe du monde et ne réagissent pas. Bientôt, nous allons tous en subir les conséquences. Salutations de l'extrême sud. Carlos
EliminarAlors courage à vous tous maintenant que la coupe du monde est finie...
EliminarPhil.
Maintenant il n'y a pas d'autre choix que d'affronter la réalité ... merci Phil
Eliminarbuenisimo relato!! muchas gracias!
ResponderEliminarMuchas gracias a Ud. 1duende
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