Seguidores

martes, 13 de noviembre de 2012

La EUTRAPELIA o ¿es lícito pretender divertirse?


Estas reflexiones ya fueron publicadas en una página anterior a este Blog. Pero es bueno volver a hacerlo para plantearnos,una vez mas , si el tiempo que dedicamos a nuestro pasatiempo es un tiempo bien usado...o no.

Preguntándose Aristóteles si no será en el juego donde se encuentra la felicidad, responde: "La felicidad no consiste en el juego. Sería un absurdo que la diversión fuera el fin de la vida... Según Anacarsis parece recto divertirse para dedicarse después a asuntos serios. La diversión es una especie de reposo, y como no se puede trabajar sin descanso, el ocio es una necesidad. Pero este ocio, ciertamente, no es el fin de la vida, porque sólo tiene lugar en razón de la futura operación. La vida dichosa es la vida conforme a la virtud; ésta va con el gozo, pero no con el gozo del juego. Las cosas serias son mejores que las que mueven a risa y a chanza, y el acto de la mejor parte del hombre, o de lo mejor del hombre, se considera siempre como el acto más serio".
Niños, adultos y mayores, todos buscan un momento de juego...
Santo Tomás coincide con el Estagirita en su afirmación de que la felicidad radica en la vida virtuosa, no en el juego. Si el juego fuera la felicidad, sería el fin de toda la vida humana, de modo que el hombre trabajaría y haría todas las demás cosas sólo para jugar. Juzga, por consiguiente, acertado lo que afirmaba Anacarsis: "Los hombres, como no pueden trabajar continuamente, necesitan de descanso. Por donde se ve que el juego o el descanso no es el fin; porque el descanso es para el trabajo, es decir, para que después el hombre trabaje con más intensidad. Por lo que se ve que la felicidad no consiste en el juego". ¿No se contrapone esto a lo que anteriormente dijimos, es a saber, que el juego se caracteriza por ser de alguna manera "inútil", no ordenado a ningún fin práctico? Nos parece que no, ya que si bien el juego no tiene en sí mismo finalidad alguna, con todo, la razón por la cual se lo lleva a cabo lo ordena de hecho extrínsecamente a un fin determinado, que es, en este caso, la recuperación de las fuerzas del alma y el ulterior trabajo.
Concluye Santo Tomás: "Algunos ponen la felicidad en el juego, por el deleite que hay en el juego. La felicidad tiene, es verdad, cierto deleite, porque es operación según la virtud, que existe con gozo. Pero no, sin embargo, con el gozo del juego. Porque siendo la felicidad el bien sumo del hombre, es preciso que consista en las cosas óptimas. Pues bien, decimos mejores a las cosas virtuosas, que se obran con seriedad, que a las risueñas, que se hacen con juego. Y esto es claro: porque la operación que es de la mejor parte del alma, y que es propia del hombre, es más virtuosa. Es claro que la operación que es de la mejor parte, es mejor, y por consiguiente más feliz" .
Tal es la doctrina aristotélico-tomista acerca de la virtud de la eutrapelia. No será el juego lo más elevado del hombre; con todo "el juego es necesario para el desarrollo de la vida humana".
La virtud de aquellos que, al decir de Aristóteles, saben "desenvolverse bien", comportarse adecuadamente cuando están en grupo, ocupó un lugar importante en el sistema de virtudes del hombre culto tradicional. Fue en ese clima de eutrapelia donde se formó un alto ideal griego del hombre alegre y serio a la vez.
La eutrapelia, en última instancia, fue para el pensamiento antiguo la virtud que rige las relaciones de la amistad y la afabilidad.
Al asumir la enseñanza de Aristóteles e impregnarla con el espíritu del Evangelio, luego de siglos en que los autores se habían inclinado a confundir la eutrapelia con la bufonería, el Doctor Angélico puso las cosas en su punto. La ética cristiana heredó así el ideal del humanismo griego y lo llevó a su plenitud, cosa que sólo el cristiano era capaz de realizar perfectamente, porque sólo él tiene conciencia exacta de su situación entre el cielo y la tierra, entre Dios y el mundo, entre el espíritu y la carne, entre la esperanza y la desesperación. Sólo el cristiano que vive en gracia puede ser de manera plenaria un homo ludens; fundado en Dios, puede "orientarse" como corresponde, ser eutrapelos. 
Doctrina grandiosa, comenta Hugo Rahner; entonces el cristiano puede jugar y divertirse, entonces el sonreír y el reír pueden ser una virtud. "Acá se abren las puertas para la teología medieval del cristiano gozoso, capaz de percibir en todas las cosas creadas sus límites e insuficiencias, y por eso justamente puede reírse de todo, porque sabe de la santa seriedad de lo divino. El que no comprende esto pertenece al grupo para los cuales Santo Tomás acuñó la exquisita expresión de ´non molliuntur delectatione ludi´ (no se ablandan con el placer del juego)".
De hecho, la doctrina tomista de la eutrapelia penetró el tejido social de la Edad Media, tan erróneamente considerada como una época triste y aburrida. Las llamadas risa paschalia; las escenas burlescas representadas en los bajorrelieves de numerosos templos y catedrales, como por ejemplo en la iglesia de Vézelay; las denominadas "fiestas de los locos", en que se festejaba una suerte de superación o abolición de la razón, en un espíritu semejante al que caracteriza a "los locos por Dios" del mundo eslavo; la "fiesta de los asnos", con sus rebuznos lanzados contra altos "dignatarios" no siempre tan dignos; la llamada "fiesta de los obispillos", donde un grupo de chicos se disfrazaban de obispos, tomando en chacota a las jerarquías locales; son otras tantas expresiones del humor medieval, libre y ocurrente.
Como dijimos al comienzo, la enseñanza moral de los últimos siglos fue olvidando más y más la doctrina del Angélico y el espíritu lúdico medieval. La virtud de la eutrapelia entró en un cono de sombra, no subsistiendo de ella sino una breve y seca definición en los manuales de teología moral. 
Quizás fue Kierkegaard el primer cristiano moderno que llamó la atención sobre la importancia del humor no sólo para la cultura del hombre sino también para el progreso mismo de su vida religiosa.

Fuente: http://es.catholic.net/temacontrovertido/174/1634/articulo.php?id=3323

No hay comentarios:

Publicar un comentario