Durante
su marcha a Tucumán ha recibido Belgrano una nueva y perentoria orden del
Triunvirato para que se retire sobre Córdoba definitivamente, dejando en
consecuencia libradas a su propia suerte las provincias del noroeste. Pero el
general contesta que está decidido a presentar batalla porque lo estima
indispensable. Por eso mismo, se encarga de incitar al pueblo tucumano para
obtener su apoyo. Lo consigue, y para ello cuenta con la ayuda de algunas
viejas familias patricias. Los poderosos Aráoz, virtuales dueños de la ciudad,
vinculados a su ejército por dos de sus familiares Díaz Vélez, cuya madre es
Aráoz, y el joven teniente Gregorio Aráoz de La Madrid, volcarán todo su
prestigio y ascendiente en la causa patriota.
Antes
de su arribo, Belgrano ha ordenado desde Encrucijada a Juan Ramón Balcarce que
se adelante a Tucumán para conseguir refuerzos y convocar a las milicias para
reclutar un cuerpo de caballería; éste se halla en pleno entrenamiento cuando
llega Belgrano con el grueso del ejército. Sin más armas que unas lanzas
improvisadas, sin uniformes y con los guardamontes que habrían de hacerse
famosos, Balcarce consigue organizar una fuerza de cuatrocientos hombres, punto
de partida de la famosa caballería gaucha que hará su aparición por vez primera
en una batalla campal, en Tucumán.
El
gobierno insiste, en sus oficios a Belgrano, en que éste debe retirarse hasta
Córdoba. Belgrano quiso cumplir con el gobierno y ordenó la retirada del
ejército al sur. Pero no pudo hacerlo mucho tiempo: no consiguió resistirse a
los tucumanos que le pidieron defendiera su ciudad. Así, entre el 13 y el 24 de
Septiembre, Belgrano se multiplica para organizar la defensa. Con el ejército
de Tristán a la vista, escribe el 24: “Algo es preciso aventurar y ésta es la
ocasión de hacerlo; voy a presentar batalla fuera del pueblo y en caso
desgraciado me encerraré en la plaza hasta concluir con honor.”.
Gral. Manuel Belgrano |
Fuerzas en presencia
Patriotas
Batallón de Cazadores 200 infantes
Batallón N°6 330 infantes
Batallón de Pardos y Morenos 286 infantes
Dragones de la Patria 242 jinetes
Milicias de Caballería 758 jinetes
Artillería 4 piezas servidas por 44 artilleros
Batallón N°6- de izq. a der. tambor mayor, tambor, coronel, teniente Ilustración de Daniel Pedrazzoli con asesoramiento del Dr.Luqui Lagleyze |
Batallón N°6 de izq. a der. fusilero, granadero, cazador Ilustración de Daniel Pedrazzoli con asesoramiento del Dr.Luqui Lagleyze |
Batallón de Cazadores Ilustración de Diego Argañaraz |
Dragones de la Patria Ilustración de Diego Argañaraz |
Realistas
Batallón de Chichas y Fernando VII 600 infantes
Batallón Paruro 600 infantes
Batallón Real de Lima 600 infantes
Batallón Cotabamba 600 infantes
Batallón Abancay 600 infantes
Caballería de Tarija 1000 jinetes
Artillería 13 piezas servidas por 130 artilleros
Regimiento Real de Lima |
Bandera del Regimineto de Abancay |
Gral. Juan Pío de Tristán y Moscoso |
La Batalla
En
la mañana del 24 de septiembre de 1812, día de la batalla, el general Belgrano
estuvo orando largo rato ante el altar de la Virgen, e incluso la tradición
cuenta que solicitó la realización de un milagro a través de su intercesión. En
esos mismos momentos, Tristán ordenó la marcha hacia la ciudad. Algunas fuentes
indican que, en lugar de tomar el camino directo, rodeó la plaza desde el sur,
intentando prevenir una posible huida de los patriotas en dirección a Santiago
del Estero. Otras afirman que en el paraje de Los Pocitos se encontró
repentinamente con los campos incendiados por orden del teniente de Dragones
Lamadrid, natural de la zona, que contaba con la velocidad del fuego avivado
por el viento del sur para desordenar la columna española. En todo caso,
utilizó el viejo Camino Real del Perú para poner frente a la ciudad a una legua
de ésta, en el paraje del Manantial. Mientras tanto, y aprovechando la
confusión provocada por el fuego, Belgrano, que había dispuesto al alba sus
tropas al norte de la ciudad, había cambiado su frente hacia el oeste, contando
con una visión clara de las maniobras de Tristán, y plantó cara a éste en un
terreno escabroso y desparejo, llamado el Campo de las Carreras. La rápida
embestida sobre el flanco de Tristán apenas dio tiempo a éste de reorganizar su
frente y ordenar montar la artillería. Belgrano había dispuesto la caballería
en dos alas: la derecha, al mando de Balcarce, era más numerosa, contaba con la
tropa gaucha recién reclutada, que la izquierda, al mando del coronel Eustoquio
Díaz Vélez. La infantería estaba dividida en tres columnas, comandadas por el
coronel José Superí la izquierda, el capitán Ignacio Warnes la central y el
capitán Carlos Forest la derecha, junto a la cual una sección de Dragones
apoyaba la caballería. Una cuarta columna de reserva estaba al mando del
teniente coronel Manuel Dorrego; el barón Eduardo Kaunitz de Holmberg comandaba
la artillería, ubicada entre las columnas de a pie, demasiado dividida entre
las mismas para ser efectiva, siendo su ayudante de campo el teniente José
María Paz.
Fue
la artillería patriota la que inició el combate, bombardeando los
batallones realistas de Cotabambas y Abancay, que respondieron cargando a la
bayoneta. Belgrano ordenó responder con la carga de la infantería de Warnes,
acompañada de la reserva de caballería del capitán Antonio Rodríguez, mientras
que la caballería de Balcarce cargaba sobre el flanco izquierdo de Tristán; la
carga tuvo un efecto formidable. Lanza en ristre, avanzaron haciendo sonar sus
guardamontes y con tal ímpetu que la caballería de Tarija se desbandó a su
paso, retrocediendo sobre su propia infantería y desorganizándola hasta tal
punto que sin encontrar casi resistencia la caballería tucumana alcanzó la
retaguardia del ejército enemigo. Al mismo tiempo dispuso que la caballería del
ala derecha (en gran parte armada de lanzas y cuchillos enastados, y muchos sin
más que puñales, lazos y boleadoras) cargara por el flanco al regimiento de
caballería de Tarija, que constituía la extrema a la izquierda realista,
mientras la caballería patriota mantenida de reserva cargaba frontalmente. Esta
acción motivó la rápida derrota de la caballería enemiga, que abandonó el
campo. La caballería vencedora se dedicó a lancear dispersos y saquear bagajes.
Los
batallones Abancay, Cotabambas y Real de Lima, que formaban el resto del ala
izquierda realista, desmoralizados por la derrota de su caballería, se
replegaron en bastante desorden.
Mientras
tanto, en el ala izquierda patriota el batallón de Pardos y Morenos y el
piquete de jinetes de Santiago del Estero habían abandonado el lugar de la
acción debido al ataque de los batallones Paruro, Chichas y Fernando VII. Estos
batallones, al observar el repliegue del ala izquierda realista y el avance de
la derecha patriota, se replegaron a su vez. En ese momento todo era confusión
en el campo de batalla, como consecuencia de los movimientos realizados por
ambos bandos, cuyas tropas en parte se encontraban entremezcladas, a lo cual se
unían las dificultades para la observación motivadas por el humo que cubría el
lugar y el pasaje de una nube de langostas.
Belgrano
creyendo que los realistas se habían apoderado de la ciudad, reunió unos 200
dispersos y con ellos se dirigió al Rincón, paraje situado tres leguas al Sur
de aquélla.
Díaz
Vélez con casi toda la infantería y la artillería se había replegado a la
ciudad, llevando como trofeos las banderas de tres batallones, cinco cañones,
algunos centenares de prisioneros y el parque del ejército realista. Luego
rechazó la intimación de rendirse que le formulara Tristán, quien se había
posesionado de los arrabales al Oeste de la ciudad.
Al
día siguiente Belgrano, en conocimiento de la situación, avanzó con 500 hombres
hacia los realistas y les intimó rendición, lo que fue rechazado.
Durante
la noche el general patriota con la caballería se trasladó al arroyo
Manantiales; su intención era interceptar la retirada del enemigo, no logrando
su objeto pues éste siguió por el camino de Salta.
Pérdidas
Realistas: 450 muertos, 687 prisioneros, 7 piezas de
artillería, 400 fusiles, tres banderas, dos estandartes, todo el parque y
bagajes.
Patriotas: 80 muertos y 200
heridos.
Parte
Oficial de la Batalla de Tucumán
Exmo.
Señor:
Escribir
la historia de la gloriosa accion del 24 del presente pa. q. VE. tuviese un
conocimiento de sus pormenores exige un tiempo que las muchas atenciones
urgentes y de la maior importancia no me permiten emplear; pero deseoso de no
defraudarle el placer q. debe llenar de sensibilidad su corazon al observar por
mi sincera relacion la energia, el zelo, el valor á prueva de los individuos
del Exto. y de todo el heroico paisanage de las Provincias q. nos há
acompañado, muí particularmente el de Jujuy, Salta, esta Ciudad y Santiago del
Estero, me contrahigo en lo posible á referir á V. E. quanto se ha executado
asi en general, como en particular por salvar la Patria y poner en respeto sus
armas, bien que previendo que se me escaparán muchos hechos, muchas
singularidades todas dignas de la atencion de V E; pero que ya mi memoria no
puede abarcar.
Por
mis partes anteriores sabe VE. que el enemigo me perseguia; su numero no lo
habia podido fixar pr. q. las relacions. variaban segun el modo de ver de mis espías;
pero observada la resolucion de todos los individuos del Exto. y de quantos
patriotas vinieron á sus banderas, de morir ó vencer, me decidí á sostener las
armas, sin tener consideracion á las fuerzas que la tirania dirigia contra
nosotros y ya el numero de ellas no fixaba mi atencion, sino la direccion que
trahian.
Vario
esta pr. los diferentes caminos q. presenta un campo que aunque cubierto de
bosques tiene sin embargo diversos rumbos que se dirigen á esta Ciudad por
donde puede viajarse, facilmente con un Exto. venciendose los obstaculos que
hay qe no son de gran entidad.
Había
preparado el campo de batalla al N. de esta Ciudad, y el 23 por los partes que
se me dieron, tube alli la tropa dispuesta para recibir al enemigo que habiendo
acercado sus abarizadas hasta poco mas de un quarto de legua de mi posicion,
retrogradaron, y fueren á reunirse á Tafí viejo con el grueso del Exto.
Al
dia siguiente esperando que bolviesen á tomar el camino real, me situé en el
expresado campo á las dos de la mañana, pero á las siete de ella se me aviso
venía por el camino de la costa del vosque, y en efecto vaxó hasta el manantial
al S. O. de esta Ciudad, y se dirigio por ese rumbo al campo de las carreras.
Ya
me habia situado en él y conocida la marcha del enemigo puse el Exto, á su
frente, y observando sus maniobras, y disposiciones para formarse, antes qne
pudiera verificarlo, mandé desplegar en vatalla mis divisiones y q. atacase la
Infantería á la vayoneta, y abanzase la Cavallería q. cuvria mis álas, reforzando
con parte de la division de reserva la del ala derecha.
Se
executo con el maior denuedo despues de unos seis ú ocho tiros de cañon, que
avrieron claros en la linea enemiga, en tanto grado, que en diez y seis minutos
de el fuego mas vivo, se logró destrosar al Enemigo y consecutivamente
apoderarse de su Artilleria, municiones, vagages, equipajes poner en vergonzosa
fuga la maior parte que se persiguió por la caballeria con el maior
encarnisamiento, el qual no dió lugar á rehacerla con la prontitud que se
requeria para concluir con todo el Exto Enemigo.
Con
este motibo las divisiones de Infanteria, y el cuerpo de reserva con una parte
de la ala izquierda de la caballeria se replegaron á la ciudad llevandosé
prisioneros, municiones del Enemigo, cañones, doce carretas, y otros muchos
objetos, mientras Yo trataba de reunir la cavalleria q,, habia mandado avanzar.
El
Enemígo replegó parte de sus restos y se acercó á las orillas de la ciudad con
el intento de no manifestar su devilidad, y se atrevió á intimar la rendicion
en los terminos de la copia n° 1 á que contextó mi segundo el Mayor Gral Diaz
Veles, segun la copia n° 2.
En
estos momentos me acerqué con la caballeria a ponerme á su vista, y resolvi no
continuar la accion, asi por ponerme de acuerdo con la fuerzas de la Plaza para
los ulteriores movimientos, como por evitar que continuase la horrorosa efusion
de sangre que ya presentaba el campo cúbierto de cadaveres que afligia el
corazon mas duro, mucho mas al observar que todos aquellos desgraciados eran
nros hermanos alucinados.
Asi
fué que me retiré para dar algun descanso á la, tropa y caballos, y el Enemigo
quedó en su posicion hasta el dia 25, en cuia mañana habiendo vuelto á sus
inmediaciones teniendo mi correspondencia libre con la Plaza y siguiendo mi
idea de que no se derramase mas sangre Americana, dispuse mandar al Coronel D.
Josef Moldes, segundo Teniente de Patriotas decididos con el oficio n° 3 para
el Mayor Gral del Exto. de Abascal D. Pio Tristan: quien me contestó con el n°
4; é interviniendo alguna idea de que podria acercarse á tener una conferencia
conmigo, suspendí todo movimiento hostil, y di orden al Mayor Gral para que no
se atacase, amenos de q. el Enemigo no lo hiciera; pr. q. confieso á V. E. que
mi espíritu estaba afligido con tanto Americano como habia sacrificado la
tirania pr. sostener las cadenas de la esclavitud.
Mi
esperanza salió vana, y despues de anochecido fui con la caballeria al
Manantial pa. lograr algun descanzo pero ya con la determinacion de esperar
alguna insinuacion del xefe enemigo hasta las diez de la mañana siguiente, ó en
caso contrario finalizar la accion pr. los medios de la guerra y librarnos de
los trabajos y fatigas que sufriamos.
Pero
el xefe enemigo preferid á toda amigable proposicion, á todo medio de
consiliacion, que acaso habria concluido la guerra civil en que la tirania nos
tiene embueltos, el huir vergonzosamente, llevandosé los tristes restos de su
Exto. que va perseguido por una division que hé puesto al mando del Mayor Gral.
y que diariamente hace prisioneros, y obliga al abandono de quanto les ha
quedado, y es de presumir que se disuelva enteramente, segun lo amedrantada que
va la tropa, y de q. me hallo con positivas noticias.
Los
Estados adjuntos n° 5, 6, 7, y n°. 8—dan á V. E. un conocimiento exacto de
quanto se les ha tomado, de sus muertos, heridos, y prisioneros, sin traer á
consideracion lo mucho que han pillado algunos de la tropa y el paysanage en
quanto, durante la persecucion del Enemigo, cayó baxo sus manos; y asi mismo
los muertos, y heridos y dispersos q. ha tenido el Exto de mi mando.
La
fuerza del enemigo era de tres mil hombres de toda arma con trece piezas de
Artilleria de quatro, dos y uno, mientras la del Exto que le oponia no llegaba
á mil seiscientos hombres con quatro piezas de a seis, entre los quales apenas
se cuentan trescientos viejos soldados; pero animados hasta el mas nuevo
recluta, y el Paysano q. habia venido de su hogar á la camorra, como ellos
dicen, de un espíritu patriotico, y de un fuego tan vivo para vencer que no es
dable á mi pluma poderlo pintar para que se conosca en todo su lleno: solo
puedo compararlos á los defensores de Buenos Ayres, y reconquistadores de
Montevideo, Maldonado y la Colonia en 1807.
Por
esta comparacion vendrá V. E. en conocimiento de las heroicidades que se habrán
executado hasta por nuestros Tambores, y por los Paysanos que nunca se habian
hallado en acciones de guerra, y ni aun tenian idea del silvido de las balas:
son muchos los hechos particulares; pero lo que debe admirar es el orden, la
subordinacion y el entuciasmo de los reclutas de Infanteria, de la Quebrada del
Volcan, de Jujuy, de la Quebrada del Toro; y de Salta, que pisaban los efectos
y díneros de los enemigos sin atenderlos por perseguirlos, y concluirlos:
jovenes todos q. por primera vez experimentaban los horrores de la guerra; pero
que su deseo de la libertad de la Patria se los hacia mirar con fria
indiferencia.
Quisiera
estampar sus nombres para q. la posteridad los recordase con la veneracion que
es devida; mas esto no es dable, y me contentaré con que en la lista de revista
q. han de pasar queden con la nota honrosa que merecen para que obtengan en su
tiempo las atenciones de la Patria.
Los
hijos de Jujuy y Salta que nos han acompañado, los de Santiago del Estero y los
Tucumanos qe desde mi llegada á esta Ciudad me dieron las demostraciones mas
positivas de sus esfuerzos y empeño de libertar la Patria comprometiendose á
que Tucuman fuese el Sepulcro de la Tirania han merecido mucho, y no hallo como
elogiarlos: á todos parecia q. la mano de Dios los dirigia para llenar sus
justos deseos.
El
orden del Exto. fué el siguiente: la Artilleria volante al mando del Baron de
Holmberg, y las quatro piezas de que se componia al del Capn. D. Fran°°.
Villanueva, Teniente D. Juan Santa Maria, Teniente D. Juan Pedro Luna, y Teniente
D, Antonio Giles: las municionen en dos carretillas al cargo del Subteniente D.
Josef Velasquez: todos cumplieron su dever, y los tiros que hicieron fueron
acertados: sirvio de ayudante D. Josef Maria Paz.
La
infanteria formaba tres columnas: la primera al mando de mi Ayudante D. Carlos
Forest capn. del N 1 Sargento Mayor interino del N 6 y comandante de Cazadores
dividida en tres secciones al mando del capitan D. Ramon Echavarria, del primer
Teniente de Cazadores del N 1, mi Ayudante D. Geronimo Helguera, y D. Blas
Roxas Ayudante Mayor del N 6: la segunda al mando de D. Ignacio Warnes primer
comandante del N 6 y sus secciones al de los Capitanes D. Manuel Rafael Ruis.
D. Josef Maria Sempol, y D. Melchor Telleria: la tercera al mando de D. Josef
Superi Comandante de Pardos, y sus secciones al de los tenientes D. Ramon
Mauriño, D. Bartolomé Rivadera, y capn. D. Antonio Visuara: en esta columna
estaba de comandte. de guerrillas el subteniente graduado de Teniente D. Tadeo
Lerdo.
La
division de caballeria que formaba la ala derecha al mando del Teniente Coronel
D. Juan Ramon Balcarce, y sus secciones al del capn. de Husares D Cornelio
Zelaya, del Sargento Mayor de Tarija D. Pedro Antonio Flores, y Teniente de Voluntarios
D. Rudesindo Alvarado: la division de la ala izqváerda al mando del Teniente
Coronel, graduado comandante interino de Husares D. Josef Bernaldes, y sus
secciones al del Capn. D. Fran°°. Paula Castellanos, y al de los capitanes de
milicias D. Fermin y D. Nicolás Baca
El
cuerpo de reserva al mando del Teniente Coronel D. Manuel Dorrego, y sus
seccionas al del Capn. D. Esteban Figueroa, Teniente D. Miguel Sagarnaga, y el
Capn. D. Manuel Inocencio Pesoa: la division de caballeria de ella al mando de
D. Diego Gonzales Balcarce Sargt°. Mayor y Comandte, interino de Dragones, y
sus secciones al de los capitanes D. Antonio Rodriguez D. Domingo Arevalo y
Tente. D. Rufino Valle.
La
Plaza la dexé al mando del comandante de Artilleria D. Benito Martinez con el
Subteniente de Arta. D. Juan Zeballos, seis piezas, un piquete de Infanta. y
parte de una compañia de Patriotas decididos compuesta delos de Cochabamba y
chayanta que formaban mi escolta á las ordenes del Teniente Coronel D. Manuel
Muñoz y y Terrazas: dha. compa. la tube dividida en los cuerpos de Husares y
Dragones, destinando los hijos de Tucuman á los primeros, y los de Salta y
Jujuy á los ultimos: su comportamiento y exfuerzos por el mejor servicio
correspondieron á todas nras. esperanzas, y la Patria se complacerá spre. con
hijos tan benemeritos que todo lo abandonaron, sugetandosé á la vida mas
extricta del soldado pr. salvarla
Ya
dixe á V. E. en mi parte del 26 que desde el ultimo individuo del Exto. hasta
el de. maior graduacion se han comportado con el maior honor y valor; pero debo
recomendar mui particularmente al coronel D. Josef Moldes, que me há acompañado
en todo, me há ayudado, y manifestado un animo heroico, y el deseo de salvar la
Patria: á mi Edecan el Teniente coronel D. Franc°. Pico, y Ayudantes el capitan
Dn. Amaro Bilvao, y Tte. D. Manuel de la Saquera á los Ayudantes del Mayor
Gral, capn. D. Eustoquio Moldes, y Tente. D. Alexandro Heredia.
Son
tambien de un merito distinguido Dn. Carlos Forest con toda su division de
Cazadores q tomo tres cañones, D. Manl. Dorrego con su division de reserva que
tomó el resto y las municiones, y entreambas la maior parte de los bagages: asi
mismo lo es el comandante segundo del n°. 6 D. Miguel Araos, que sin embargo de
hallarse todavia herido de la accion de las Piedras ha trabajado con empeño, y
su valor acostumbrado.
Me
serla preciso nombrar á todos los xefes y oficiales y demas individuos del Exto
q. han manifestado su honor y valor dicidido, si hubiese de complacerme é mi
mismo por lo que hé visto, pr. lo que se me ha informado; pero lo dexare pa.
hacerlo por separado en las ocaciones que los interesados lo exiguieren para su
satisfaccion.—Dios gue. á V. E. ms. as. Tucuman 29 de Septe. de 1812.
—Exmo.
Señor.—MI. Belgrano.
—Exmo.
Supor. Gn°. de las Pros. Unidas del Rio de la Plata.
Num
1°
Pasa
á hacer presente al Comandante del Tucuman, ó Xefe del Exercito que se halla en
ella, que si no se rinde á las tropas del Rey en el termino de dos horas, pego
fuego á la ciudad y le hago responsable á los males que que resultan: si se
rinden, saldrán con los honores de la guerra, y se recibirá de mi' el trato de
un Americano que ama á sus paisanos como así mismo, deseando cesen tantos
horrores, en que nos embuelben mal entendidos sistemas. —Dios gue á V. S. ms.
as. Arrabal de Tucuman Veinte y quatro de septiembre á las quatro veinte
minutos de la tarde —Pío Tristan—
Num.
2°
He
recibido el oficio de V. S. con la sorpresa que es respectiva á la intempestiva
rendicion que se me intima en el termino do dos horas. Nuestras tropas
vencedoras, que reunen en triunfo trescientos, cinquenta y quatro pricioneros,
ciento veinte mugeres, diez y ocho carretas de bueyes, todas las municiones de
fucil y cañon, ocho pie zas de Artillería, treinta y dos oficiales y tres Capellanes,
eran acreedores al partido mas ventajoso, q. proporciona al vencedor la derrota
del enemigo. Si V. S. se halla con la energia de que se lisongea para atacar,
tema en el resultado los consiguientes de unas armas vencedoras justamente
irritadas. Nra caballería en numero superior á las fuerzas de V. 8. al mando de
mi digno General en Xefe el Sr. Brigadier D. Manuel Belgrano, que corta á V. 8.
toda retirada, concluirá el corto resto de los despojos quequedan á su mando; y
solo seran sus ruinas el quadro en que se eleve el estandarte de nra libertad:
puede V. 8. incendiar como promete todas las casas del Pueblo, pero esta
infraccn. de los mas sagrados dros de los Pueblos le será á V. S. eternamente
censible sin respecto á todos los que hasta aqui han venerado las Naciones
menos cultas. —Dios guarde á V. S. muchos años. Plaza del Tucuman y Septiembre
veinte y quatro de mil, ochocientos doce— Eustoquio Antonio Diaz Veles.— Sr.
Coronel D. Pio Tristan.—
Num.
3
Se
deleita aun Y. S. con la dolorosa efucion de sangre de tanto desgraciado
hermano nuestro, y con su actual situacion de prisioneros, embueltos entre el
llanto y la tristeza en cuyos momentos confiesan su engaño, y los desastres en
que se los pone? sino es asi como me lo presumo, pues conosco su caracter y
honrosos sentimientos, y sino quiere ver maiores estragos, ríndase V. S., cese
la guerra civil, y buelvan á sus hogares para no tomar jamas las armas contra
la propia Patria los que van á tener igual suerte que la de sus camaradas: así
será la humanidad socorrida como se debe, y la naturaleza no gemirá ya de
tantos horrores.—Dios gue. á V. S., muchos años Alrrededores del Tucuman veinte
y cinco de Septiembre, de mil ochocientos doce—Manuel Belgrano.— Sr. Mayor Gral
del Exto de Lima, D. Pio Tristan.—
Num.
4
Si
la naturaleza gime de los horrores de una guerra civil, culpese al Gobierno que
iniciandola obliga al Exto del Rey por su conducta á proporcionar con las armas
la verdadera Paz, y concordia en nra. Patria. No se engaña V- S. quando
conociendo mi caracter y sentimientos. cree me orrorizan los estragos,
persuadase V. S. que su Exto los ha sufrido maiores que el que mando, y que los
mutuos prisioneros quieren decirse engañados.—Reunidos mis Xeí'es, é impuestos
del de V. S. de hoy, han sido conmigo de unanime parecer contestarle, que el
Exto del Alto Perú no admite ni admitirá nunca mientras exista un solo hombre,
proposiciones vergonzosas, y repugnante en su situacion q. los individuos que
le componen prefieren la muerte á la ignominia, cerciorado de esto tome V. S.
el partido que guste pues mi General en Xefe y Yo hemos dado repetidas pruevas
de los deseos de una feliz terminacion, á la que spre me hallará V. S.
dispuesto, si es de un modo decoroso, y permanente.--Dios güe á V. S. muchos
años Arrabales del Tucuman y Septiembre veinte y cinco de mil, ochocientos
doce.—Pío Tristan.—Sr. Gral. en Xefe del Exto de Buenos Aires D. Manuel
Belgrano — Es copia.—Manl Josef de la Boquera.
Fuentes
Fuentes
- Historia de Belgrano y la independencia de la República Argentina. A. Bartolomé Mitre
- Portal de Salta
- Sitio Web Revisionistas
- Sitio Web de la Editorial Universitaria del Ejército
- La batalla de Tucumán A.Gabriel O. Turone
Toujours de bien beaux uniformes, et dessins...Salutations de France!
ResponderEliminarMerci beaucoup Phil, je suis content que cet article vous ait intéressé. Salutations de l'extrême sud. Carlos
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