Seguidores

lunes, 24 de septiembre de 2018

Batalla de Tucumán - 24 al 25 de septiembre de 1812


Durante su marcha a Tucumán ha recibido Belgrano una nueva y perentoria orden del Triunvirato para que se retire sobre Córdoba definitivamente, dejando en consecuencia libradas a su propia suerte las provincias del noroeste. Pero el general contesta que está decidido a presentar batalla porque lo estima indispensable. Por eso mismo, se encarga de incitar al pueblo tucumano para obtener su apoyo. Lo consigue, y para ello cuenta con la ayuda de algunas viejas familias patricias. Los poderosos Aráoz, virtuales dueños de la ciudad, vinculados a su ejército por dos de sus familiares Díaz Vélez, cuya madre es Aráoz, y el joven teniente Gregorio Aráoz de La Madrid, volcarán todo su prestigio y ascendiente en la causa patriota.
Antes de su arribo, Belgrano ha ordenado desde Encrucijada a Juan Ramón Balcarce que se adelante a Tucumán para conseguir refuerzos y convocar a las milicias para reclutar un cuerpo de caballería; éste se halla en pleno entrenamiento cuando llega Belgrano con el grueso del ejército. Sin más armas que unas lanzas improvisadas, sin uniformes y con los guardamontes que habrían de hacerse famosos, Balcarce consigue organizar una fuerza de cuatrocientos hombres, punto de partida de la famosa caballería gaucha que hará su aparición por vez primera en una batalla campal, en Tucumán.
El gobierno insiste, en sus oficios a Belgrano, en que éste debe retirarse hasta Córdoba. Belgrano quiso cumplir con el gobierno y ordenó la retirada del ejército al sur. Pero no pudo hacerlo mucho tiempo: no consiguió resistirse a los tucumanos que le pidieron defendiera su ciudad. Así, entre el 13 y el 24 de Septiembre, Belgrano se multiplica para organizar la defensa. Con el ejército de Tristán a la vista, escribe el 24: “Algo es preciso aventurar y ésta es la ocasión de hacerlo; voy a presentar batalla fuera del pueblo y en caso desgraciado me encerraré en la plaza hasta concluir con honor.”.
Gral. Manuel Belgrano
Fuerzas en presencia
Patriotas
Batallón de Cazadores                               200 infantes
Batallón N°6                                               330 infantes
Batallón de Pardos y Morenos                   286 infantes  
Dragones de la Patria                                242 jinetes
Milicias de Caballería                                 758 jinetes
Artillería                                                      4 piezas servidas por 44 artilleros 

Batallón N°6- de izq. a der. tambor mayor, tambor, coronel, teniente
Ilustración de Daniel Pedrazzoli con asesoramiento del Dr.Luqui Lagleyze

Batallón N°6 de izq. a der. fusilero, granadero, cazador
Ilustración de Daniel Pedrazzoli con asesoramiento del Dr.Luqui Lagleyze

Batallón de Cazadores
Ilustración de Diego Argañaraz

Dragones de la Patria
Ilustración de Diego Argañaraz

Realistas
Batallón de Chichas y Fernando VII           600 infantes
Batallón Paruro                                           600 infantes
Batallón Real de Lima                                600 infantes
Batallón Cotabamba                                   600 infantes
Batallón Abancay                                        600 infantes
Caballería de Tarija                                   1000 jinetes
Artillería                                                      13 piezas servidas por 130 artilleros    
Regimiento Real de Lima
Bandera del Regimineto de Abancay
Gral. Juan Pío de Tristán y Moscoso
La Batalla
En la mañana del 24 de septiembre de 1812, día de la batalla, el general Belgrano estuvo orando largo rato ante el altar de la Virgen, e incluso la tradición cuenta que solicitó la realización de un milagro a través de su intercesión. En esos mismos momentos, Tristán ordenó la marcha hacia la ciudad. Algunas fuentes indican que, en lugar de tomar el camino directo, rodeó la plaza desde el sur, intentando prevenir una posible huida de los patriotas en dirección a Santiago del Estero. Otras afirman que en el paraje de Los Pocitos se encontró repentinamente con los campos incendiados por orden del teniente de Dragones Lamadrid, natural de la zona, que contaba con la velocidad del fuego avivado por el viento del sur para desordenar la columna española. En todo caso, utilizó el viejo Camino Real del Perú para poner frente a la ciudad a una legua de ésta, en el paraje del Manantial. Mientras tanto, y aprovechando la confusión provocada por el fuego, Belgrano, que había dispuesto al alba sus tropas al norte de la ciudad, había cambiado su frente hacia el oeste, contando con una visión clara de las maniobras de Tristán, y plantó cara a éste en un terreno escabroso y desparejo, llamado el Campo de las Carreras. La rápida embestida sobre el flanco de Tristán apenas dio tiempo a éste de reorganizar su frente y ordenar montar la artillería. Belgrano había dispuesto la caballería en dos alas: la derecha, al mando de Balcarce, era más numerosa, contaba con la tropa gaucha recién reclutada, que la izquierda, al mando del coronel Eustoquio Díaz Vélez. La infantería estaba dividida en tres columnas, comandadas por el coronel José Superí la izquierda, el capitán Ignacio Warnes la central y el capitán Carlos Forest la derecha, junto a la cual una sección de Dragones apoyaba la caballería. Una cuarta columna de reserva estaba al mando del teniente coronel Manuel Dorrego; el barón Eduardo Kaunitz de Holmberg comandaba la artillería, ubicada entre las columnas de a pie, demasiado dividida entre las mismas para ser efectiva, siendo su ayudante de campo el teniente José María Paz.
Fue la artillería patriota la que inició el combate, bombardeando los batallones realistas de Cotabambas y Abancay, que respondieron cargando a la bayoneta. Belgrano ordenó responder con la carga de la infantería de Warnes, acompañada de la reserva de caballería del capitán Antonio Rodríguez, mientras que la caballería de Balcarce cargaba sobre el flanco izquierdo de Tristán; la carga tuvo un efecto formidable. Lanza en ristre, avanzaron haciendo sonar sus guardamontes y con tal ímpetu que la caballería de Tarija se desbandó a su paso, retrocediendo sobre su propia infantería y desorganizándola hasta tal punto que sin encontrar casi resistencia la caballería tucumana alcanzó la retaguardia del ejército enemigo. Al mismo tiempo dispuso que la caballería del ala derecha (en gran parte armada de lanzas y cuchillos enastados, y muchos sin más que puñales, lazos y boleadoras) cargara por el flanco al regimiento de caballería de Tarija, que constituía la extrema a la izquierda realista, mientras la caballería patriota mantenida de reserva cargaba frontalmente. Esta acción motivó la rápida derrota de la caballería enemiga, que abandonó el campo. La caballería vencedora se dedicó a lancear dispersos y saquear bagajes.
Los batallones Abancay, Cotabambas y Real de Lima, que formaban el resto del ala izquierda realista, desmoralizados por la derrota de su caballería, se replegaron en bastante desorden.
Mientras tanto, en el ala izquierda patriota el batallón de Pardos y Morenos y el piquete de jinetes de Santiago del Estero habían abandonado el lugar de la acción debido al ataque de los batallones Paruro, Chichas y Fernando VII. Estos batallones, al observar el repliegue del ala izquierda realista y el avance de la derecha patriota, se replegaron a su vez. En ese momento todo era confusión en el campo de batalla, como consecuencia de los movimientos realizados por ambos bandos, cuyas tropas en parte se encontraban entremezcladas, a lo cual se unían las dificultades para la observación motivadas por el humo que cubría el lugar y el pasaje de una nube de langostas.
Belgrano creyendo que los realistas se habían apoderado de la ciudad, reunió unos 200 dispersos y con ellos se dirigió al Rincón, paraje situado tres leguas al Sur de aquélla.
Díaz Vélez con casi toda la infantería y la artillería se había replegado a la ciudad, llevando como trofeos las banderas de tres batallones, cinco cañones, algunos centenares de prisioneros y el parque del ejército realista. Luego re­chazó la intimación de rendirse que le formulara Tristán, quien se había posesionado de los arrabales al Oeste de la ciudad.
Al día siguiente Belgrano, en conocimiento de la situación, avanzó con 500 hombres hacia los realistas y les intimó rendición, lo que fue rechazado.
Durante la noche el general patriota con la caballería se trasladó al arroyo Manantiales; su intención era interceptar la retirada del enemigo, no logrando su objeto pues éste siguió por el camino de Salta.
Pérdidas
Realistas:  450 muertos, 687 prisioneros, 7 piezas de artillería, 400 fusiles, tres banderas, dos estandartes, todo el parque y bagajes. 
Patriotas:  80 muertos y 200 heridos.

Parte Oficial de la Batalla de Tucumán
Exmo. Señor:
Escribir la historia de la gloriosa accion del 24 del presente pa. q. VE. tuviese un conocimiento de sus pormenores exige un tiempo que las muchas atenciones urgentes y de la maior importancia no me permiten emplear; pero deseoso de no defraudarle el placer q. debe llenar de sensibilidad su corazon al observar por mi sincera relacion la energia, el zelo, el valor á prueva de los individuos del Exto. y de todo el heroico paisanage de las Provincias q. nos há acompañado, muí particularmente el de Jujuy, Salta, esta Ciudad y Santiago del Estero, me contrahigo en lo posible á referir á V. E. quanto se ha executado asi en general, como en particular por salvar la Patria y poner en respeto sus armas, bien que previendo que se me escaparán muchos hechos, muchas singularidades todas dignas de la atencion de V E; pero que ya mi memoria no puede abarcar.
Por mis partes anteriores sabe VE. que el enemigo me perseguia; su numero no lo habia podido fixar pr. q. las relacions. variaban segun el modo de ver de mis espías; pero observada la resolucion de todos los individuos del Exto. y de quantos patriotas vinieron á sus banderas, de morir ó vencer, me decidí á sostener las armas, sin tener consideracion á las fuerzas que la tirania dirigia contra nosotros y ya el numero de ellas no fixaba mi atencion, sino la direccion que trahian.
Vario esta pr. los diferentes caminos q. presenta un campo que aunque cubierto de bosques tiene sin embargo diversos rumbos que se dirigen á esta Ciudad por donde puede viajarse, facilmente con un Exto. venciendose los obstaculos que hay qe no son de gran entidad.
Había preparado el campo de batalla al N. de esta Ciudad, y el 23 por los partes que se me dieron, tube alli la tropa dispuesta para recibir al enemigo que habiendo acercado sus abarizadas hasta poco mas de un quarto de legua de mi posicion, retrogradaron, y fueren á reunirse á Tafí viejo con el grueso del Exto.
Al dia siguiente esperando que bolviesen á tomar el camino real, me situé en el expresado campo á las dos de la mañana, pero á las siete de ella se me aviso venía por el camino de la costa del vosque, y en efecto vaxó hasta el manantial al S. O. de esta Ciudad, y se dirigio por ese rumbo al campo de las carreras.
Ya me habia situado en él y conocida la marcha del enemigo puse el Exto, á su frente, y observando sus maniobras, y disposiciones para formarse, antes qne pudiera verificarlo, mandé desplegar en vatalla mis divisiones y q. atacase la Infantería á la vayoneta, y abanzase la Cavallería q. cuvria mis álas, reforzando con parte de la division de reserva la del ala derecha.
Se executo con el maior denuedo despues de unos seis ú ocho tiros de cañon, que avrieron claros en la linea enemiga, en tanto grado, que en diez y seis minutos de el fuego mas vivo, se logró destrosar al Enemigo y consecutivamente apoderarse de su Artilleria, municiones, vagages, equipajes poner en vergonzosa fuga la maior parte que se persiguió por la caballeria con el maior encarnisamiento, el qual no dió lugar á rehacerla con la prontitud que se requeria para concluir con todo el Exto Enemigo. 
Con este motibo las divisiones de Infanteria, y el cuerpo de reserva con una parte de la ala izquierda de la caballeria se replegaron á la ciudad llevandosé prisioneros, municiones del Enemigo, cañones, doce carretas, y otros muchos objetos, mientras Yo trataba de reunir la cavalleria q,, habia mandado avanzar.
El Enemígo replegó parte de sus restos y se acercó á las orillas de la ciudad con el intento de no manifestar su devilidad, y se atrevió á intimar la rendicion en los terminos de la copia n° 1 á que contextó mi segundo el Mayor Gral Diaz Veles, segun la copia n° 2.
En estos momentos me acerqué con la caballeria a ponerme á su vista, y resolvi no continuar la accion, asi por ponerme de acuerdo con la fuerzas de la Plaza para los ulteriores movimientos, como por evitar que continuase la horrorosa efusion de sangre que ya presentaba el campo cúbierto de cadaveres que afligia el corazon mas duro, mucho mas al observar que todos aquellos desgraciados eran nros hermanos alucinados.
Asi fué que me retiré para dar algun descanso á la, tropa y caballos, y el Enemigo quedó en su posicion hasta el dia 25, en cuia mañana habiendo vuelto á sus inmediaciones teniendo mi correspondencia libre con la Plaza y siguiendo mi idea de que no se derramase mas sangre Americana, dispuse mandar al Coronel D. Josef Moldes, segundo Teniente de Patriotas decididos con el oficio n° 3 para el Mayor Gral del Exto. de Abascal D. Pio Tristan: quien me contestó con el n° 4; é interviniendo alguna idea de que podria acercarse á tener una conferencia conmigo, suspendí todo movimiento hostil, y di orden al Mayor Gral para que no se atacase, amenos de q. el Enemigo no lo hiciera; pr. q. confieso á V. E. que mi espíritu estaba afligido con tanto Americano como habia sacrificado la tirania pr. sostener las cadenas de la esclavitud.
Mi esperanza salió vana, y despues de anochecido fui con la caballeria al Manantial pa. lograr algun descanzo pero ya con la determinacion de esperar alguna insinuacion del xefe enemigo hasta las diez de la mañana siguiente, ó en caso contrario finalizar la accion pr. los medios de la guerra y librarnos de los trabajos y fatigas que sufriamos.
Pero el xefe enemigo preferid á toda amigable proposicion, á todo medio de consiliacion, que acaso habria concluido la guerra civil en que la tirania nos tiene embueltos, el huir vergonzosamente, llevandosé los tristes restos de su Exto. que va perseguido por una division que hé puesto al mando del Mayor Gral. y que diariamente hace prisioneros, y obliga al abandono de quanto les ha quedado, y es de presumir que se disuelva enteramente, segun lo amedrantada que va la tropa, y de q. me hallo con positivas noticias.
Los Estados adjuntos n° 5, 6, 7, y n°. 8—dan á V. E. un conocimiento exacto de quanto se les ha tomado, de sus muertos, heridos, y prisioneros, sin traer á consideracion lo mucho que han pillado algunos de la tropa y el paysanage en quanto, durante la persecucion del Enemigo, cayó baxo sus manos; y asi mismo los muertos, y heridos y dispersos q. ha tenido el Exto de mi mando. 
La fuerza del enemigo era de tres mil hombres de toda arma con trece piezas de Artilleria de quatro, dos y uno, mientras la del Exto que le oponia no llegaba á mil seiscientos hombres con quatro piezas de a seis, entre los quales apenas se cuentan trescientos viejos soldados; pero animados hasta el mas nuevo recluta, y el Paysano q. habia venido de su hogar á la camorra, como ellos dicen, de un espíritu patriotico, y de un fuego tan vivo para vencer que no es dable á mi pluma poderlo pintar para que se conosca en todo su lleno: solo puedo compararlos á los defensores de Buenos Ayres, y reconquistadores de Montevideo, Maldonado y la Colonia en 1807.
Por esta comparacion vendrá V. E. en conocimiento de las heroicidades que se habrán executado hasta por nuestros Tambores, y por los Paysanos que nunca se habian hallado en acciones de guerra, y ni aun tenian idea del silvido de las balas: son muchos los hechos particulares; pero lo que debe admirar es el orden, la subordinacion y el entuciasmo de los reclutas de Infanteria, de la Quebrada del Volcan, de Jujuy, de la Quebrada del Toro; y de Salta, que pisaban los efectos y díneros de los enemigos sin atenderlos por perseguirlos, y concluirlos: jovenes todos q. por primera vez experimentaban los horrores de la guerra; pero que su deseo de la libertad de la Patria se los hacia mirar con fria indiferencia.
Quisiera estampar sus nombres para q. la posteridad los recordase con la veneracion que es devida; mas esto no es dable, y me contentaré con que en la lista de revista q. han de pasar queden con la nota honrosa que merecen para que obtengan en su tiempo las atenciones de la Patria.
Los hijos de Jujuy y Salta que nos han acompañado, los de Santiago del Estero y los Tucumanos qe desde mi llegada á esta Ciudad me dieron las demostraciones mas positivas de sus esfuerzos y empeño de libertar la Patria comprometiendose á que Tucuman fuese el Sepulcro de la Tirania han merecido mucho, y no hallo como elogiarlos: á todos parecia q. la mano de Dios los dirigia para llenar sus justos deseos.
El orden del Exto. fué el siguiente: la Artilleria volante al mando del Baron de Holmberg, y las quatro piezas de que se componia al del Capn. D. Fran°°. Villanueva, Teniente D. Juan Santa Maria, Teniente D. Juan Pedro Luna, y Teniente D, Antonio Giles: las municionen en dos carretillas al cargo del Subteniente D. Josef Velasquez: todos cumplieron su dever, y los tiros que hicieron fueron acertados: sirvio de ayudante D. Josef Maria Paz.
La infanteria formaba tres columnas: la primera al mando de mi Ayudante D. Carlos Forest capn. del N 1 Sargento Mayor interino del N 6 y comandante de Cazadores dividida en tres secciones al mando del capitan D. Ramon Echavarria, del primer Teniente de Cazadores del N 1, mi Ayudante D. Geronimo Helguera, y D. Blas Roxas Ayudante Mayor del N 6: la segunda al mando de D. Ignacio Warnes primer comandante del N 6 y sus secciones al de los Capitanes D. Manuel Rafael Ruis. D. Josef Maria Sempol, y D. Melchor Telleria: la tercera al mando de D. Josef Superi Comandante de Pardos, y sus secciones al de los tenientes D. Ramon Mauriño, D. Bartolomé Rivadera, y capn. D. Antonio Visuara: en esta columna estaba de comandte. de guerrillas el subteniente graduado de Teniente D. Tadeo Lerdo.
La division de caballeria que formaba la ala derecha al mando del Teniente Coronel D. Juan Ramon Balcarce, y sus secciones al del capn. de Husares D Cornelio Zelaya, del Sargento Mayor de Tarija D. Pedro Antonio Flores, y Teniente de Voluntarios D. Rudesindo Alvarado: la division de la ala izqváerda al mando del Teniente Coronel, graduado comandante interino de Husares D. Josef Bernaldes, y sus secciones al del Capn. D. Fran°°. Paula Castellanos, y al de los capitanes de milicias D. Fermin y D. Nicolás Baca
El cuerpo de reserva al mando del Teniente Coronel D. Manuel Dorrego, y sus seccionas al del Capn. D. Esteban Figueroa, Teniente D. Miguel Sagarnaga, y el Capn. D. Manuel Inocencio Pesoa: la division de caballeria de ella al mando de D. Diego Gonzales Balcarce Sargt°. Mayor y Comandte, interino de Dragones, y sus secciones al de los capitanes D. Antonio Rodriguez D. Domingo Arevalo y Tente. D. Rufino Valle.
La Plaza la dexé al mando del comandante de Artilleria D. Benito Martinez con el Subteniente de Arta. D. Juan Zeballos, seis piezas, un piquete de Infanta. y parte de una compañia de Patriotas decididos compuesta delos de Cochabamba y chayanta que formaban mi escolta á las ordenes del Teniente Coronel D. Manuel Muñoz y y Terrazas: dha. compa. la tube dividida en los cuerpos de Husares y Dragones, destinando los hijos de Tucuman á los primeros, y los de Salta y Jujuy á los ultimos: su comportamiento y exfuerzos por el mejor servicio correspondieron á todas nras. esperanzas, y la Patria se complacerá spre. con hijos tan benemeritos que todo lo abandonaron, sugetandosé á la vida mas extricta del soldado pr. salvarla
Ya dixe á V. E. en mi parte del 26 que desde el ultimo individuo del Exto. hasta el de. maior graduacion se han comportado con el maior honor y valor; pero debo recomendar mui particularmente al coronel D. Josef Moldes, que me há acompañado en todo, me há ayudado, y manifestado un animo heroico, y el deseo de salvar la Patria: á mi Edecan el Teniente coronel D. Franc°. Pico, y Ayudantes el capitan Dn. Amaro Bilvao, y Tte. D. Manuel de la Saquera á los Ayudantes del Mayor Gral, capn. D. Eustoquio Moldes, y Tente. D. Alexandro Heredia.
Son tambien de un merito distinguido Dn. Carlos Forest con toda su division de Cazadores q tomo tres cañones, D. Manl. Dorrego con su division de reserva que tomó el resto y las municiones, y entreambas la maior parte de los bagages: asi mismo lo es el comandante segundo del n°. 6 D. Miguel Araos, que sin embargo de hallarse todavia herido de la accion de las Piedras ha trabajado con empeño, y su valor acostumbrado.
Me serla preciso nombrar á todos los xefes y oficiales y demas individuos del Exto q. han manifestado su honor y valor dicidido, si hubiese de complacerme é mi mismo por lo que hé visto, pr. lo que se me ha informado; pero lo dexare pa. hacerlo por separado en las ocaciones que los interesados lo exiguieren para su satisfaccion.—Dios gue. á V. E. ms. as. Tucuman 29 de Septe. de 1812.
—Exmo. Señor.—MI. Belgrano.
—Exmo. Supor. Gn°. de las Pros. Unidas del Rio de la Plata.

Num 1°
Pasa á hacer presente al Comandante del Tucuman, ó Xefe del Exercito que se halla en ella, que si no se rinde á las tropas del Rey en el termino de dos horas, pego fuego á la ciudad y le hago responsable á los males que que resultan: si se rinden, saldrán con los honores de la guerra, y se recibirá de mi' el trato de un Americano que ama á sus paisanos como así mismo, deseando cesen tantos horrores, en que nos embuelben mal entendidos sistemas. —Dios gue á V. S. ms. as. Arrabal de Tucuman Veinte y quatro de septiembre á las quatro veinte minutos de la tarde —Pío Tristan—
Num. 2°
He recibido el oficio de V. S. con la sorpresa que es respectiva á la intempestiva rendicion que se me intima en el termino do dos horas. Nuestras tropas vencedoras, que reunen en triunfo trescientos, cinquenta y quatro pricioneros, ciento veinte mugeres, diez y ocho carretas de bueyes, todas las municiones de fucil y cañon, ocho pie zas de Artillería, treinta y dos oficiales y tres Capellanes, eran acreedores al partido mas ventajoso, q. proporciona al vencedor la derrota del enemigo. Si V. S. se halla con la energia de que se lisongea para atacar, tema en el resultado los consiguientes de unas armas vencedoras justamente irritadas. Nra caballería en numero superior á las fuerzas de V. 8. al mando de mi digno General en Xefe el Sr. Brigadier D. Manuel Belgrano, que corta á V. 8. toda retirada, concluirá el corto resto de los despojos quequedan á su mando; y solo seran sus ruinas el quadro en que se eleve el estandarte de nra libertad: puede V. 8. incendiar como promete todas las casas del Pueblo, pero esta infraccn. de los mas sagrados dros de los Pueblos le será á V. S. eternamente censible sin respecto á todos los que hasta aqui han venerado las Naciones menos cultas. —Dios guarde á V. S. muchos años. Plaza del Tucuman y Septiembre veinte y quatro de mil, ochocientos doce— Eustoquio Antonio Diaz Veles.— Sr. Coronel D. Pio Tristan.—
Num. 3
Se deleita aun Y. S. con la dolorosa efucion de sangre de tanto desgraciado hermano nuestro, y con su actual situacion de prisioneros, embueltos entre el llanto y la tristeza en cuyos momentos confiesan su engaño, y los desastres en que se los pone? sino es asi como me lo presumo, pues conosco su caracter y honrosos sentimientos, y sino quiere ver maiores estragos, ríndase V. S., cese la guerra civil, y buelvan á sus hogares para no tomar jamas las armas contra la propia Patria los que van á tener igual suerte que la de sus camaradas: así será la humanidad socorrida como se debe, y la naturaleza no gemirá ya de tantos horrores.—Dios gue. á V. S., muchos años Alrrededores del Tucuman veinte y cinco de Septiembre, de mil ochocientos doce—Manuel Belgrano.— Sr. Mayor Gral del Exto de Lima, D. Pio Tristan.—
Num. 4
Si la naturaleza gime de los horrores de una guerra civil, culpese al Gobierno que iniciandola obliga al Exto del Rey por su conducta á proporcionar con las armas la verdadera Paz, y concordia en nra. Patria. No se engaña V- S. quando conociendo mi caracter y sentimientos. cree me orrorizan los estragos, persuadase V. S. que su Exto los ha sufrido maiores que el que mando, y que los mutuos prisioneros quieren decirse engañados.—Reunidos mis Xeí'es, é impuestos del de V. S. de hoy, han sido conmigo de unanime parecer contestarle, que el Exto del Alto Perú no admite ni admitirá nunca mientras exista un solo hombre, proposiciones vergonzosas, y repugnante en su situacion q. los individuos que le componen prefieren la muerte á la ignominia, cerciorado de esto tome V. S. el partido que guste pues mi General en Xefe y Yo hemos dado repetidas pruevas de los deseos de una feliz terminacion, á la que spre me hallará V. S. dispuesto, si es de un modo decoroso, y permanente.--Dios güe á V. S. muchos años Arrabales del Tucuman y Septiembre veinte y cinco de mil, ochocientos doce.—Pío Tristan.—Sr. Gral. en Xefe del Exto de Buenos Aires D. Manuel Belgrano — Es copia.—Manl Josef de la Boquera.
Fuentes
  • Historia de Belgrano y la independencia de la República Argentina. A. Bartolomé Mitre
  • Portal de Salta
  • Sitio Web Revisionistas
  • Sitio Web de la Editorial Universitaria del Ejército
  • La batalla de Tucumán A.Gabriel O. Turone


2 comentarios:

  1. Toujours de bien beaux uniformes, et dessins...Salutations de France!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Merci beaucoup Phil, je suis content que cet article vous ait intéressé. Salutations de l'extrême sud. Carlos

      Eliminar